"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Luciano Tovoli es un reputado director de fotografía que ha trabajado con grandes del cine, como Antonioni, Scola, Buñuel, Ferreri, Schroeder, Francis Veber o Brusati. Amante de los retos, aceptó “como un honor” ser miembro del Jurado de la Sección Oficial, labor que promete desempeñar “con honestidad”, en busca de algo que le “sorprenda”, que se sitúe “fuera de modas y tendencias”.
Tenía Tovoli muchas ganas de regresar a San Sebastián, porque aquí presentó en 1984 la única película que ha dirigido, Il generale dell’armata morta (The General of the Dead Army), una producción italo-francesa con Marcello Mastroianni, Anouk Aimée, Michel Piccoli y Sergio Castellito. “Fue muy bien acogida por la crítica internacional, por lo que tengo muy buen recuerdo”. Sin embargo, la película nunca se estrenó en los cines de Italia, aunque la RAI la emitió en una ocasión. “Fue bloqueada por los tribunales durante seis años, porque la distribuidora italiana entró en bancarrota. Fue tan frustrante que se me quitaron las ganas de volver a dirigir. Además, en el trabajo de director se sufre mucho, hay que convencer a gente que no quiere ser convencida, como el productor o los actores”.
Nacido en la Toscana y formado en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma, Luciano Tovoli ha trabajado con todo tipo de directores y géneros. “La fotografía tiene que ir siempre ajustada al espíritu de la la historia, no puede ir por libre”, asegura. “No me gustan los realizadores que tienen una idea demasiado concreta de la fotografía que quieren, porque entonces el director de fotografía se convierte en un mero ejecutor. Me gusta aportar mi parte a la película y para eso necesito que me den toda la libertad posible. He tenido la suerte de que el 90% de los directores han confiado en mí y me han dejado hacer lo que quería”.
En la película de terror Suspiria, rodada en 1977, Dario Argento le dio libertad total y él aprovechó para hacer un uso revolucionario de los colores. “Fue un momento clave en mi carrera. Otros directores habían emulado la pintura en el cine, pero siempre sobre pintores clásicos, y yo decidí romper moldes e inspirarme en Picasso y otros artistas contemporáneos. Mi trabajo sorprendió mucho y fue muy criticado, dijeron que era de mal gusto. Pero con el tiempo se aceptó y hoy es el día en el que muchos jóvenes todavía me preguntan por esa película”.
Otro trabajo determinante en su trayectoria fue Professione: reporter (El reportero, 1975), de Michelangelo Antonioni, protagonizada por Jack Nicholson, por su legendaria secuencia final de siete minutos de duración. “Fue muy difícil de rodar, eran tiempos en los que no existía la ayuda de la técnica digital. Pero esa escena ha quedado para la historia del cine”. A Tovoli, Antonioni, con el que trabajó durante diez años, le dejó una gran marca. “Tengo que decir que fue un visionario y un pionero en el uso de lo digital. Recuerdo un rodaje en el que hizo que pintaran un bosque de gris, porque no le gustaba cómo quedaba el color de los árboles, y la lluvia borró la pintura por la noche. Eso fue en los años sesenta y ya entonces él tuvo la intuición de decir que con un sistema electrónico eso se hubiera resuelto. Y en el 79 hicimos una película sin usar celuloide, Il Mistero di Oberwald (El misterio de Oberwald), basada en un relato de Jean Cocteau, que quedó registrada en una banda magnética. Nos adelantamos a todos, incluso a Coppola, que poco después en Corazonada, combinó ambos formatos”.
Karolina Almagia