"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Pese a ser uno de los cineastas más reputados de su país y una apuesta fija en la agenda de los más importantes Festivales (San Sebastián ya le dedicó una retrospectiva en 1995), el taiwanés Hou Hsiao Hsien (Guandong, 1947) ha hecho esperar a sus incondicionales casi una década hasta obsequiarles con un nuevo largometraje. “No ha sido un retiro voluntario, simplemente estuve ocupado en otros menesteres como la dirección del Festival de cine de Taipei, por eso dejé de rodar”. No obstante, Nie Yinniang/The Assassin, su regreso a la realización de largometrajes tras ocho años de silencio, no ha podido reportarle mejores réditos, Premio al Mejor Director en el pasado Festival de Cannes y película elegida para inaugurar la sección Perlas en el Zinemaldia, el filme, además, es el primer wuxia (aventura de artes marciales) en la filmografía del cineasta. Este hecho ha generado una curiosidad adicional hacia la película por cuanto, sobre el papel, parecía extraño que un cineasta como el taiwanés, con un estilo tan parco y tan austero, asumiera para sí las claves de un género que es puro dinamismo.
“Mi interés hacia este tipo de historias proviene más de la literatura que del cine. De hecho a los trece años devoré todos los cuentos de la dinastía Tang que cayeron en mis manos. Se trata de relatos muy breves, que rara vez exceden las mil palabras pero donde las narraciones atesoran una gran fuerza que hace que sean un excelente punto de partida de cara a escribir un guion. De hecho ya me inspiré en ellas durante mis años como guionista, antes de ponerme detrás de las cámaras, pero me apetecía rodar una película inspirada en ellos”.
Rigor formal
Fue así como surgió The Assassin que, pese a su adscripción al cine de artes marciales, está fuertemente marcada por el inconfundible sello de su director: “Es curioso porque cuando los periodistas me hablan de eso nunca sé qué contestar. Soy consciente de mi apuesta por un modo de rodar que mantiene la cámara lejos de la acción y que da lugar a un estilo que muchos han definido como contemplativo y que a otros les puede parecer algo rígido pero, sinceramente, no me gusta andar moviendo la cámara demasiado cuando ruedo y menos si estoy plenamente convencido de que he encontrado la posición más idónea. Si es así no cambio de ángulo”, comenta entre risas Hou Hsiao Hsien.
Esa aparente rigidez formal puede parecer algo chocante en quien se manifiesta poco amigo de dar excesivas indicaciones a sus intérpretes: “Lo cierto es que no me gusta decir a los actores lo que tienen que hacer, prefiero confiar en su intuición. Les doy el guion y a partir de ahí les dejo espacio para improvisar, me gusta la naturalidad que se desprende de esas situaciones y creo que redunda en beneficio de la película”.
Con más de treinta años de carrera a sus espaldas, el cineasta es consciente de que la cinematografía taiwanesa, hasta hace poco tan potente, ha perdido pujanza en los últimos años: “La realidad es que ahora mismo Pekín marca la pauta. China tiene un mercado enorme y para los realizadores taiwaneses es difícil acceder a él. Además, apenas estamos generando cantera. Muchos jóvenes directores se juegan el todo por el todo con su primera película, si ésta no funciona, la industria les da la espalda”.
J.I.