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Durante años, un decorado de una gasolinera, ha servido a Marc Recha para compartir con su hijo Roc el cuento de un gigante que ha olvidado una pelota en ese lugar. Lo hacen como distracción a los interminables atascos que tienen que atravesar cada día camino al colegio y ya van por el “capítulo doscientos y pico mil”. Este momento de intimidad entre un padre y un hijo es la razón de ser de Un día perfecte per volar, la película que el director catalán ha presentado en la Sección Oficial y que “habla de la paternidad desde un prisma positivo y constructivo”.
“A lo largo de la historia del cine estamos demasiado acostumbrados a ver relaciones tormentosas entre padres e hijos. Mi película hace justamente lo contrario”. Recha no ve la paternidad como una imposición sino como una bendición. “Los niños necesitan ser amados y es el padre quien tiene que estar a su lado, acompañarlos y darles seguridad para que puedan ser autónomos cuando no esté”. Concebida como un acto de amor, “el largometraje no deja de ser un testamento que dejo a mi hijo”, resume Recha. Así, el concepto de ausencia se muestra en la película desde un punto de vista en el que nunca abandona al niño.
El papel de Roc
“Si tienes una joya en casa y estás enamoradi de ella para qué vas a utilizar la del vecino”. Roc, el hijo del director, es el personaje principal del filme, quien comparte protagonismo con el amigo de la familia, Sergi López. El propio Marc Recha aparece en la secuencia final del filme y su hermano, Pau Recha, ha realizado la música. Sin subvenciones ni imposiciones de ningún tipo, Un día perfecte per volar es un proyecto familiar que se aparta de todos los convencionalismos en lo que a formas de producción se refiere. “Lo filmamos en solo una semana en aquellos sitios donde Roc y yo compartimos momentos”, informa Recha. Para Sergi López “el rodaje ha sido milagrosamente fácil” y más teniendo en cuenta que toda la acción gira en torno a un niño pequeño. “Imaginad que no hubiera querido entrar en el juego del rodaje”, dice. Afortunadamente no fue así y López alucinó con la capacidad de Roc para entusiasmarse y dejar volar su imaginación. “Me hizo recordar que cuando una vez nos contaron el cuento de Caperucita Roja nos lo creímos. Es algo que los adultos hemos perdido y es maravilloso”.
Según su padre, Roc ha vivido todo este proceso de una forma muy natural, tanto la grabación como el hecho de salir en la película. “Lo vive con la misma naturalidad con la que el hijo de un carpintero ve a su padre hacer sillas. Solo que en este caso el suyo hace películas”.
I.B.