"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El director de la fundamental Tetsuo, el hombre de hierro (1989), experto en alterar y modificar al ser humano según las embestidas de un mundo cada vez más frío y tecnificado, cambió de registro con A Snake of June (2002). Sin alterar su visión del mundo, Shinya Tsukamoto aparcó los temas clave de su filmografía (la agresividad del progreso, el hombre sometido a una continua y perversa mutación, la ciudad como espacio inabarcable y cambiante) y el universo y la estética cyberpunk de sus películas más importantes para contar una peculiar relación a tres bandas: mujer, marido y desconocido.
Con un sentido de la violencia más intimista y calmado que en los anteriores filmes del cineasta, A Snake of June cuenta una historia de descubrimiento a varias bandas ambientada en Tokio bajo la lluvia. En ella, Rinko (una maravillosa Asuka Kurosawa), una mujer joven y atractiva que trabaja ofreciendo ayuda psicológica por teléfono, cede al chantaje de un misterioso desconocido que le obliga a seguir sus obscenas órdenes desde la distancia. Ese punto de partida activa un filme que altera a los pocos minutos las expectativas del espectador. Contra todo pronóstico, lo que se intuye un violento juego de manipulación y humillación se convierte, de golpe, en una valiente y atrevida defensa de la libertad personal y del dominio del propio cuerpo y de las propias necesidades y pulsiones. Rinko, casada con un hombre mucho mayor que ella con el que tiene poco más que una relación cordial, rompe con sus ataduras físicas y mentales al aceptar las órdenes de ese extraño.
Formalmente alucinante, detonos metalizados (Tsukamoto la rodó en blanco y negro y tiró la copia final en color para lograr ese efecto) y cubierta todo el tiempo de agua como metáfora del fluir de las pasiones y del cambio de la protagonista, A Snake of June se sitúa en un fascinante intermedio entre el misterio, el erotismo (obligada alusión a los pinku-eiga) y la fantasía más secreta. Shinya Tsukamoto, que deja también espacio al humor para humanizar su historia, para que toque con los pies en el suelo, ahonda desde ese territorio híbrido en el descubrimiento del propio cuerpo y del propio atractivo, el despertar del deseo, la aceptación de las pasiones (secretas y compartidas) y la ruptura con los tabúes asociados a la sexualidad, la clase social o determinados modelos de relación. Sin duda una de las obras más interesantes de su director, A Snake of June hace algo tan difícil y fascinante como elogiar la libertad personal a partir de una premisa que, en un principio, parece ir totalmente en su contra.
DESIRÉE DE FEZ