"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Un buen ejemplo de cine de calidad hecho con cuatro duros, poquísimos elementos y partiendo de una historia más bien sencilla, es esta pequeña pieza del aclamado cineasta iraní Jafar Panahi (El Globo Blanco, 1995), ganadora del Oso de Oro y el premio Fipresci en Berlín.
Censurado en su país desde hace años por mostrar realidades que parecen ofender a su Gobierno, incluso retenido con un largo arresto domiciliario y privado de viajar fuera de su país, Panahi sigue buscándose la vida para producir nuevas historias, para filmar, para contar lo que quiere y necesita contar. Y resulta que fuera de su país, especialmente en Europa, esas pequeñas historias se agradecen, se aplauden, y además, se premian.
Si Esto no es una película (2011) se desarrollaba íntegramente entre su propia casa y el ascensor, Pardé/Closed curtain (2013), en su residencia de la playa, el único decorado de Taxi Téhéran es un taxi amarillo que circula por las calles de la ciudad.
La película arranca con un largo plano subjetivo tomado desde el interior de dicho taxi que recorre las calles de Teherán durante un día de labor cualquiera. Monta un cliente y el taxista gira la pequeña cámara para mostrárnoslo. Pronto nos daremos cuenta de que el supuesto taxista no es otro que el mismo Panahi, quien desde el asiento del piloto y volante en mano, charla con los diferentes clientes sobre temas fundamentales de la vida cotidiana de cualquier ciudadano iraní.
Panahi se muestra irónico ante una sucesión de situaciones “cotidianamente surrealistas” que se van produciendo con todos y cada uno de los clientes que montan en su taxi. La discusión sobre la pena de muerte; la piratería y su importancia –incluso necesidad– ante la imposibilidad de consumir cine extranjero dada la censura del gobierno; el absurdo de las creencias religiosas llevadas al extremo…
Esta es una muy recomendable comedia, tan pequeña como simpática, en la que todos los personajes aportan a la historia, especialmente esa niña inteligente, natural y divertidísima en el papel de sobrina del director.
A.M.