"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El cine de Agustí Villaronga se ha movido siempre entre texturas y líneas de producción bien distintas, a las que el director mallorquín ha sabido adaptarse para desarrollar un estilo personal que se inicia con la perturbadora Tras el cristal (1986) y concluye por el momento con El rey de la Habana (2015); un trazado de tres décadas que también pone en relación al director con el Festival de San Sebastián, ya que la primera compitió en Nuev@s Director@s y la última lo hace en Sección Oficial.
Aunque tiene una forma de ver y filmar bien concreta, Villaronga ha realizado películas en condiciones bien distintas, lo que puede separar El niño de la luna (1989) de El mar (2000), El pasajero clandestino (1995), su precisa adaptación de una novela de Georges Simenon, de Pa negre (2010), el drama rural de posguerra por el que su protagonista femenina, Nora Navas, se alzó con la Concha de Plata a la mejor actriz.
Todo es adaptarse. Y tras no recibir el permiso para rodar en Cuba su versión de la novela de Pedro Juan Gutiérrez, libro escrito en 1998 tras la denominada “Trilogía sucia de La Habana” que entronizó al escritor, Villaronga filmó en Santo Domingo las experiencias de Reinaldo, un adolescente salido de un correccional que sobrevive como puede en las calles de La Habana en los años noventa.
Villaronga combina elementos de humor casi costumbrista con el retrato duro y contundente de las miserias cubanas durante el periodo evocado. El filme oscila entre registros cómicos y trágicos bien opuestos apelando por igual al realismo como a la fantasmagoría sobre un país en permanente reinvención, con catárticas revoluciones de la naturaleza en forma de huracán como telón de fondo.
De La Habana a Georgia. Dos países, dos latitudes, dos espacios climatológicos, dos formas de vida. La Georgia de Moira, de Levan Turberidze, es la que representa su personaje protagonista, Mamuka, un joven que pide un préstamo para comprar una pequeña embarcación de pesca y ayudar, de este modo, a su baqueteada familia. Apenas puede contar con su madre, que trabaja en el extranjero. Su padre está en silla de ruedas y su hermano pequeño coquetea con delincuentes y traficantes. Los dos jóvenes deciden bautizar el barco como Moira. Ese es el nombre que recibe una diosa del destino –aunque también es como se conocía a la Virgen María en irlandés–, pero ese destino será inclemente para los protagonistas de la película.
Q.C.