Cesc Gay provocó risas y lágrimas ayer en la sala de butacas con Truman, una aplaudida tragicomedia sobre la muerte, la amistad y la libertad individual, protagonizada magistralmente por Ricardo Darín y Javier Cámara.
“Hace unos años pasé por la experiencia de perder a un ser querido y empecé a escribir casi por terapia. Me fascinaba ver cómo reaccionaba la gente ante la muerte y, al mismo tiempo, encontraba mucho humor en ciertas situaciones. Luego lo guardé en un cajón, rodé Una pistola en cada mano y cuando acabé, retomé esta historia”, explicó el director catalán durante la rueda de prensa.
Ricardo Darín encarna al enfermo que decide no alargar la vida con más tratamientos y encarar la muerte de frente. Javier Cámara es su gran amigo, que regresa de Canadá, donde reside, para despedirse. En medio está el personaje de Dolores Fonzi, que no entiende ni acepta la resignación de su amigo. El mérito del realizador es haber encontrado el punto de equilibrio entre el humor y el dolor que provoca la situación que están viviendo los personajes. “Todo el mundo tiene sus muertos y sé la clase de reacción que despierta el tema. A mí no me gustan mucho los dramas y quise tratarlo de una manera un poco amable, pero sin frivolizar. Pensé que la vía podía ser la amistad entre dos hombres; para ellos siempre es más difícil poner en orden sus sentimientos”.
La intensidad de la historia dejó huella en el equipo, según confesaron ayer, pero el rodaje fue gozoso. “Aunque no lo parezca, siempre es difícil despegarse de un personaje, pero en este caso lo fue más aún. Es un tema tan profundo que te mueve fibras internas y te pone los sentimientos a flor de piel -dijo Ricardo Darín-. Todos hemos pasado por la pérdida de un ser querido alguna vez y revivirlo es duro. No caer en ese pantano emocional fue tarea de todos y tengo que decir que pocos rodajes fueron tan placenteros y tuvieron tan buena energía como éste”. Para que no cayeran en depresión, el director también utilizó sus trucos. “Buscamos maneras de evadirnos. Le llevamos a Ricardo a ver un Madrid-Barça”, contó.
Rodado principalmente en el barrio madrileño de Chamberí, muy cerca de donde vive Javier Cámara, el actor sintió una terrible nostalgia al terminar. “Cuando tienes delante a dos compañeros así y a un director que tiene muy claro lo que quiere pero se muestra flexible, cuando se junta todo eso, un rodaje se convierte en algo maravilloso. Después Cesc se marchó a Barcelona, Ricardo y Dolores a Buenos Aires, y yo me quedé solo. Les echo mucho de menos y les abraso en el grupo de Whatsapp”.
La mirada del perro
Preguntado por si se identificaba con su personaje, Darín lo expuso con humor: “Él es argentino; yo también. Él se va a morir; yo también. Sí, encontré muchos puntos en común”. Para Dolores Fonzi fue más difícil. “Esta película habla de la libertad de cada uno para poder decidir cómo vivir y cómo morir. Mi personaje no entiende la decisión de su primo y yo, al principio, no entendía que no lo entendiera”, señaló la actriz.
El cuarto personaje es el perro, Truman, cuya importancia deja patente el título de la película. La compenetración entre Ricardo Darín y el animal fue tal, que el actor no pudo evitar emocionarse hasta las lágrimas cuando le preguntaron por el perro, que murió hace tres meses. Cámara salió en socorro de su compañero. “Se llamaba Troilo y era un perro educado, que trabajaba con niños autistas, muy paciente. La película está contada también a través de su mirada, esa mirada tan triste y profunda que tenía”. El perro era prácticamente el único alivio para un personaje que, en palabras de Cesc Gay, “está muy solo. Está separado, su mejor amigo vive en Canadá y su hijo estudia en Amsterdam. Julián es un tipo con coraje, un héroe en cierto modo, cuyo comportamiento es una lección de vida para todos los demás. Ojalá yo tuviera esa valentía cuando llegue el momento”.
K.A.