"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
A la vez una farsa salvaje y un pavoroso documento sobre la Serbia posbélica, Death of a Man in Balkans (2012) pone en escena un único plano, durante 80 minutos, en el interior del cual evoluciona una humanidad bulliciosa y desorientada, casi como en el cine de Berlanga. La webcam de un ordenador, que a su vez toma el lugar de la cámara cinematográfica, filma el suicidio de un músico en el salón de un apartamento de Belgrado, que pronto se verá invadido por vecinos, enterradores, médicos, policías… No importa tanto ese dispositivo, sin embargo, como la identificación de la habitación en cuestión con un escenario teatral, con sus entradas y salidas, sus mutis por el foro y la interacción constante, en tiempo real, de un puñado de cómicos soberbios.
Por un lado, eso da lugar al retrato de un país moralmente devastado, donde ha desaparecido ya todo rasgo de humanidad o compasión, y en el que impera una picaresca voraz, despiadada. Por otro, todo ello remite al cadáver que preside siempre la escena (en un discreto off) y que no deja de evocar los miles de muertos de una guerra todavía no superada. De un humor a veces grosero y de mal gusto (¿podía ser de otro modo?), el tono ligero de las situaciones se convierte poco a poco en un retrato sombrío y amargo, una exhumación del cadáver de la vieja Yugoslavia, que exhala un penetrante olor a podrido.
Carlos Losilla