"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El escenario de The Bride Wore Red (1937), un idílico rinconcito en las montañas del Tirol, y sus alegres juegos de amor y flirteo, tienen el aroma y el encanto de las operetas de Ernst Lubitsch. Algo tendrá que ver su sello centroeuropeo: una obra de teatro de un húngaro ilustre, Ferenc Molnár. Autor de la célebre Liliom, varias veces llevada a la gran pantalla (por Frank Borzage en 1930, por Fritz Lang en 1934, por Henry King en su versión musical de 1956, rebautizada Carrusel), Molnár cultivó también la opereta:ahí está The Chocolate Soldier, igualmente adaptada en cine por, entre otros, Roy Del Ruth en 1941, con Nelson Eddy, monarca de las operetas, como protagonista.
La trama se sustenta en otra gloriosa tradición de la comedia clásica: el fingimiento. En la escena inicial, mientras toman champánen un casino de Trieste, el conde Armalia (secundario de oro: George Zucco) sugiere a su amigo Rudi (Robert Young) que cualquier ser común podría pasar por aristócrata, y para probarlo hace que Rudi y el camarero intercambien brevemente sus papeles. Más tarde, en un cabaret, Armalia va más lejospara revalidar su intuición: ausente ya Rudi, convence a una cantante (Joan Crawford) para que simule ser, durante un par de semanas, una dama de la alta sociedad en un lujoso hotel tirolés infestado de duques y duquesas, condes y condesas. La muchacha dará el pego, aunque un camarero amistosodeba soplarle discretamente qué cubierto corresponde a cada plato. Obviamente, su impostada elegancia afilará las armas seductoras de los galanes, dos concretamente y de distinta clase: el susodicho Rudi, que la corteja ante las mismísimas narices de su prometida Maddelena, y el modesto y campechano cartero local (Franchot Tone), que encarna, en contraste con el cinismo de la patulea de ricachones, la asilvestrada pureza de espírituy corazón.
The Bride Wore Red también puede verse como otra de las transposiciones del cuento de la Cenicienta que por aquellas fechas fabricaban creadores de la talla de Mitchell Leisen. Otra cercanía: las demoledoras comedias de ricos y pobres de Gregory La Cava. Y es que Dorothy Arzner se conocía al dedillo todas las variantes y protocolos de la comedia sofisticada: la escena del encuentro entre la heroína y el cartero en la estación de tren y su largo y plácido paseo en carro entre los árboles es, en este sentido, una torrencialmente romántica manifestación de ese “charme” que la comedia americana ostentó en la era dorada del género.
JORDI BATTLE CAMINAL