"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Había expectación ante la película sobre el caso Lasa y Zabala, que narra el secuestro, tortura y posterior asesinato de dos presuntos militantes de ETA refugiados en Baiona, a cargo de miembros de la Guardia Civil. Un terreno muy pantanoso, como bien sabían el productor, Joxe Portela; el guionista, Joanes Urkixo, y el director, Pablo Malo. “Teníamos claro que manejábamos un material muy delicado y que se nos iba a mirar con lupa. Cuando acepté el encargo de dirigirla y lo conté, la gente me daba el pésame. Eso ya me dio medidadel follón en el que nos estábamos metiendo”, recordó Malo.
Efectivamente, el director se quejó ayer de que lleva “semanas hablando de política, cosa que no me apetece nada, y muy poquito de cine”. Y se vio obligado a aclarar: “Yo no soporto la violencia. Estoy del lado del que sufre. Aquí no nos metemos con la Guardia Civil, como se ha dicho, ni con el PSOE. Simplemente estamos contando unos hechos que hicieron unas personas concretas en un momento y en un contexto determinado. Si la película se utiliza como arma arrojadiza, ya no está en nuestras manos. Nosotros hemos intentado evitar el maniqueísmo. Después de cincuenta años, en este país por fin nos damos cuenta de que se puede dialogar, convivir y entender al otro”.
Ovación al director
En una rueda de prensa muy concurrida y con muchas preguntas, el director se llevó un repentino aplauso tras estas palabras: “Alguien me ha llegado a decir que Joxi y Josean se lo merecían, o que quizás ellos hubieran matado a mucha gente si hubieran seguido vivos. Si con esta película consigo que alguien con esas ideas salga comprendiendo que aquello fue un horror que no tenía que haber pasado nunca, la película ya ha cumplido su función”.
Aunque la mayoría de los hechos que se cuentan son rigurosamente ciertos, la película introduce algunos elementos de ficción, como el personaje de Fede, el ayudante de Iñigo Iruin. “Nos lo inventamos para que el abogado tuviese un interlocutor con quien confrontar sus pensamientos y contradicciones”, aclararon.
Lasa y Zabala fueron torturados durante un mes, no muy lejos de donde se desarrolla el Festival. La cuestión era cómo contar esto sin que se convirtiera en “una galería del horror”, dijo el director. “Un familiar me dijo: Por favor, Pablo, cuenta lo que pasó. No queríamos regodearnos, pero teníamos claro que tanto las torturas como el asesinato había que filmarlos, pese a su dureza”.
Sobre la manera en la que salen reflejados los guardias civiles condenados y que a algunos periodistas les pareció “exagerada”, tanto el guionista como el director insistieron en que la realidad supera a la ficción. “A medida que fuimos investigando, nos dimos cuenta de que si les caracterizábamos fielmente, les íbamos a convertir en caricaturas. No es una película de buenos y malos, pero estos son personajes extremos. Si hubiéramos incluido los hechos reales que conocimos sobre ellos, la película habría resultado inverosímil”.
El proceso, de hecho, tuvo mil y una vicisitudes, con amenazas y ataques a los testigos protegidos. Durante la vista se produjo la muerte por infarto de Jesús García, el policía gracias al cual se resolvió el caso. “El héroe de la película es este hombre, que cuando escuchó lo de la cal viva, lo relacionó con los restos que habían aparecido en un descampado de Alicante diez años atrás. No tenía por qué meterse en este berenjenal, pero lo hizo”. K.A.