Cédric Kahn cierra hoy con Vie sauvage la Sección Oficial. Isaki Lacuesta, fuera de concurso, concluye la participación española con Murieron por encima de sus posibilidades. Los dos directores son francotiradores en sus respectivas cinematografías. El francés incide en temas y estilo a lo desarrollado en sus anteriores largometrajes. Lacuesta propone en su último filme una mirada narrativa distinta en relación a sus confabulaciones con el documental y la ficción urdidas en títulos como Cravan vs. Cravan (2002), La leyenda del tiempo (2006) y la ganadora de la Concha de Oro Los pasos dobles (2011). Ambos, también, centran sus películas en torno a modos de vida alternativa, o de respuesta alternativa al ecosistema sociopolítico de nuestros días. Lacuesta en clave esperpéntica. Kahn de modo más severo y dramático.
Vie sauvage empieza con la cámara muy encima de una mujer que, cuando su compañero se va en coche, recoge las maletas y escapa con sus tres hijos pequeños. Todo es nervioso e intenso, como es habitual en un determinado cine francés del que Kahn es tanto heredero como nuevo baluarte, y que incluye desde Jacques Doillon hasta Patrice Chéreau. La puesta en escena es más pausada a continuación, pero no así las relaciones entre los personajes: el padre (Mathieu Kassovitz) hace todo lo posible para recuperar a sus hijos y llevárselos con él para seguir desarrollando la vida salvaje que da título al filme, una existencia al margen del sistema y los condicionantes que este crea.
Recrear la realidad
Kahn se siente tan cómodo adaptando obras literarias de prestigio como recreando historias de personajes reales. En Tedio (1998) adaptó a Alberto Moravia. ¿Cómo se filma el tedio? Kahn halló la respuesta. A continuación, en Roberto Succo (2000), se centró en el asesino homónimo que dejó un reguero de cadáveres en los años 80 por ciudades italianas y francesas. Para Luces rojas (2004) se basó en una de las hirientes novelas de Georges Simenon sobre las relaciones de pareja. En Vie sauvage regresa a la crónica convulsa de acontecimientos reales. La presencia en Vie sauvage de los hermanos Dardenne como productores también es de una coherencia aplastante: el recuerdo de Rosetta, El hijo, El niño y El niño de la bicicleta aflora en las vivencias de estos niños escindidos que se ven obligados a escoger antes de madurar.
Kahn destila la esencia de los hechos relatados en Vie sauvage. Lacuesta realiza una panorámica horizontal, y vitriólica, sobre la realidad económica y social de nuestros días. Pero los personajes nos son reconocibles a pesar de lo radical y grotesco de sus decisiones. Baqueteados por la crisis galopante, aniquilados por el sistema, incrédulos ante el espejismo de lo que se denominó la sociedad del bienestar, cinco personas toman la decisión de secuestrar al presidente del Banco Central y obligarle a que devuelva el país a la normalidad.
Lacuesta, que ha rodado la película de manera completamente independiente, ironiza y extrema situaciones y personajes, construye un relato mediante mil retazos y situaciones y acumula un reparto simpar en el que conviven actores y músicos: Raúl Arévalo, Imanol Arias, Bárbara Lennie, Ángela Molina, Eduard Fernández, José Sacristán, José Coronado, Àlex Brendemühl, Sergi López, Ariadna Gil, Carmen Machi, Josep Maria Pou, Emma Suárez, Jordi Vilches, Luis Tosar, Julián Villagrán, Jaume Sisa, Pau Riba, Pascal Comelade y Albert Pla, recordado este último a partir de hoy, además de por su música, por su monólogo demoledor en el filme. Q.C.