"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El británico Peter Strickland se ha convertido en uno de los realizadores más singulares del panorama actual con tan solo tres películas. Para su primera obra, Katalin Varga (2009),marchó a rodar a las montañas de los Cárpatos (de forma independiente y fuera del sistema de producción inglés) para ambientar allí la poderosa historia de redención y venganza de una mujer que sufrió abuso sexual y que inicia su particular camino de perdición junto a su hijo para buscar, once años después, a sus agresores y ejercer de ángel exterminador.
Katalin Varga es un cuento de crimen y castigo con evidentes reminiscencias a la literatura de Dostoieski, de violencia y horror contenido que se configura como una perturbadora pieza a medio camino entre el noir, el suspense, el terror (su argumento podría equiparseal de I Spit on your Grave, de Steven Monroe) y el western por el uso magnético y crepuscular que realiza de los paisajes, convertidosen pieza fundamental de una película arrastrada por una profunda fuerza atávica.
Como ya demostraría más tarde con su obra de culto Berberian Sound Studio (2012), el director comienza aquí a explorar con el tratamiento de la imagen, utilizando una fotografía de contrastes tonales con predominio de azul y verde y, sobre todo, inicia una experimentación con el sonido, empleando el ruido y los diferentes niveles de sensaciones auditivas que se elevan a la abstracción gracias a los cambios de ritmos electrónicos y los golpes sonoros,para configurar una sensación hipnótica y perturbadora.
Sus influencias estéticas lo posicionan en este caso cercano al cine de Béla Tarr, del que también adquiere una cierta parquedad expresiva y un tono lúgubre marcado desde el inicio por el fatalismo. La tragedia se inserta en el periplo de este magnífico personaje principal, traumatizado por los fantasmas de un pasado que la atormenta y que se ha convertido en una obsesión que la conducirá hasta la locura. Poco a poco nos iremos sumergiendo en un estado casi mental, cada vez más insano y paranoico, tan oscurocomo la propia alma de Katalin, corrompida por el dolor, por el peso del pecado.
Strickland compone una atmósfera opresiva a pesar de los espacios abiertos, un escenario natural que adquiere tintes míticos y alegóricos, arcaicos, de una belleza ancestral y primitiva, brutal, y de una fuerzay elocuencia formal que rebosa originalidad a través de una planificación secuencial brillante, en la que destacan principalmente algunos momentos reveladores, como la confesión por parte de Katalin de su violación mirando y sonriendo a cámara mientras contempla la cara del culpable, o la fiesta a ritmo de música tradicional, en la que los rostros se descomponen en una sinfonía espectral llena de odio.
BEATRIZ MARTÍNEZ