"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El 12 de enero de 2010 un terremoto de 7 grados en la escala de Richter sacudió Haití. Fallecieron 316.000 personas y más de 1,5 millones de personas se quedaron sin hogar. Fue una de las catástrofes humanas más graves de la historia. Estos son los datos que los medios de todo el mundo no dejaron de repetir, pero ese país africano ubicado en el Caribe es mucho más.
Después del éxito de Minerita, Goya al mejor cortometraje documental, Raúl de la Fuente, Amaia Remírez y Alejandro Pacheco han vuelto a unir fuerzas en I Am Haiti. “Además de ver cómo se vive en un país tras un terremoto, queríamos hacer una película para cambiar la imagen que tiene el país. Haití es mucho más que terremotos, pobreza, muerte o miseria. A lo largo de su historia ha sufrido devastaciones, dictaduras, deforestaciones, huracanes… y todo ese poso está allí, pero nosotros nos encontramos con un país y unas gentes con una fuerza desbordante”, cuenta Raúl.
Parece que todos los males del mundo han caído en Haití, es una maldición divina y jugando con esa superstición del vudú, su esencia, este trío decidió contar las vidas de varios protagonistas a través de un escultor atormentado, que dice ver cosas cuando la gente habla. De una forma cercana e íntima los protagonistas de la historia a través de profundas miradas y palabras susurradas, lloradas y gritadas, nos van desgranando su vida y nos muestran la belleza y fuerza de su país. “Cuando las comunidades nos dieron el permiso y encontramos a nuestros personajes, compartimos con ellos nuestro objetivo y surgió la magia. Este acercamiento, muy potente, convirtió el rodaje en algo muy sensual”, cuenta un cada vez más emocionado Raúl.
Él mismo filmaba muchas de las conversaciones a solas con los protagonistas, lo que consigueque el espectador sienta que le hablan directamente a él y le produzca muchas sensaciones. I am Haití transmite alegría, pero también tensión al entrar en el mundo del personaje del escultor, una persona obsesiva y atormentada que nos transmite inquietud y desasosiego. “El vudú es su cotidianidad, es su religión y aunque pueda sorprender, la ceremonia vudú a la que nos invitaron los líderes religiosos de la comunidad era un rito blanco que duraba dos días. Te sientes casi entrar en trance por la cantidad de energía que se está descargando”, comenta en este caso Amaia.
I Am Haiti tiene muchas cosas que nos arrastran, nos inquietan y nos sumergen en un mundo lleno de fuerza, pero su equipo también logró que les cedieran imágenes de archivo de cámaras de seguridad grabadas durante el terremoto que nos pondrán los pelos de punta: lluvias torrenciales que hacen que de un día para otro los haitianos puedan perder todo lo que tienen; tormentas en las que a muchos se les ve en éxtasis bajo la lluvia, una explosión de vida, vudú, peleas de gallos, conciertos de rap, fútbol, terremotos y tormentas. Una película sensorial, atmosférica y caótica. Su realizador es consciente de la locura narrativa que plantea: “Así es Haití: compleja, surrealista y extraña”.
N.A.