"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
De una manera u otra, la realizadora venezolana Mariana Rondón lleva ya tres años participando en el Zinemaldia. Sin embargo, no es lo mismo acudir con un proyecto, con la película terminada, como ganadora de la Concha de Oro o como integrante del Jurado de la Sección Oficial. Por todos esos momentos ha pasado Rondón con su filme Pelo malo, que en 2012 era un trabajo aún sin terminar que concurría a Cine en Construcción para conseguirlo, y en 2013 era uno de los seleccionados a concurso en la Sección Oficial y finalmente ganador de la Concha de Oro de la pasada edición.
“El año pasado nosotras proyectamos la película el primer día y después estuvimos dejándonos cuidar, así que antes de llevarnos la Concha de Oro ya disfrutamos de un San Sebastián de premio, nos saludaban por la calle, reconocían en seguida al niño protagonista, fue una maravilla”, recuerda Mariana Rondón, pero “este año, el viaje además de un honor es aún más placentero, porque ¿qué hay mejor que ver cine?. Yo soy mucho más cinéfila que cineasta, siempre lo digo, y estos días mi trabajo está siendo tratar de ver y respetar el universo propio de cada película, más que la comparación entre ellas“.
Un gran abanico
Después de ganar el Festival, el recorrido de Pelo malo ha sido imparable. “Cuando nos fuimos de aquí con el premio, recuerda, al principio vinieron las tormentas y las polémicas políticas en Venezuela, pero luego las cosas han ido encauzándose. Hemos seguido todo el año con la película, y no hemos dejado de proyectarla ni un solo día hasta hoy. Se ha exhibido en unos 30 países, vamos ya por unos 120 festivales y hemos ganado muchos más premios; ha salido muy bien”, resume. “Es muy lindo, además, comprobar cómo puede funcionar con el público y los jurados una y otra vez, en culturas distintas y en lugares muy distintos -añade-. Y lo mejor es que también la película ha propiciado distintas lecturas y en aspectos diferentes: el racismo, la homofobia, las diferencias políticas, la tensión política, la intolerancia… ella sola ha abierto como un gran abanico”.
También artista electrónica
Oriunda de Barquisimeto pero afincada en Caracas, el trabajo de Mariana Rondón en el mundo del cine no se limita a la realización: además de directora es guionista y productora. Su premiada filmografía incluye A la media noche y media (2000) y Postales de Leningrado (2007), como directora . Como productora firmó El chico que miente (2011) dirigida por Marité Ugás, que fue la cinta más taquillera de ese año en Venezuela.
Además de cineasta, Mariana Rondón trabaja también en robótica y arte electrónico: “Esa es mi otra vida”, asegura. “Empecé con la robótica porque ya era tarde para ponerme a estudiar genética, que es lo que realmente quería. La genética me parecía el espacio creativo contemporáneo más interesante por la posibilidad de crear el nuevo ser genético que inevitablemente va a aparecer y por poder darle una dimensión poética”, explica. “Así me demoré diez años queriendo evocar una reproducción como la de las flores, hasta que nació mi obra “Llegaste con la brisa”, donde se proyectan imágenes dentro de una burbuja gigante. La verdad es que afortunadamente ese trabajo no se encuentra para nada con mi cine, porque así es como irme a vivir otra vida durante un tiempo. Sin embargo, mi última pieza “Superbloques” -expuesta este año en Río, Toulouse y Caracas-, sí se habla con la película: es como meterse dentro de Pelo malo, y encontrarse con un edificio para entrar en cualquier parte de él, de modo que el espectador tiene que descubrir cada espacio y confrontarlo con uno mismo”. Pili Yoldi