"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Qué tienen en común el cuarto largometraje de la realizadora francesa Mia Hansen-Løve, Eden, el cuarto de la directora argentina Anahí Berneri, Aire libre, y el tercero del cineasta canadiense de habla francesa Maxime Giroux, Felix et Meira?
En apariencia, pocas cosas unen a las directora de Un amour de jeuneusse, que fue jurado de la Sección Oficial de San Sebastián en 2012, y la de Encarnación, que compitió con este filme en el Festival, y logró el premio Fipresci. Tampoco pueden rastrearse coincidencias o similitudes con Giroux. Pero de un modo u otro, las dos directoras y el director no hacen otra cosa que analizar, desde perspectivas, épocas y contextos sociales diversos, las relaciones familiares y de pareja. Giroux ya lo había hecho en su anterior trabajo, Jo pour Jonathan (2010), acerca de las complejidades entre dos hermanos. Hansen-Løve viene explorándolo desde hace tiempo: la historia del productor felizmente casado y con tres hijos, pero en quiebra económica, de El padre de mis hijos (2009), o el doloroso reencuentro entre dos amantes que se quisieron pero no pudieron estar juntos de Un amour de jeuneusse (2011). Berneri exploró en Encarnación los conflictos de una antigua estrella cinematográfica con su pasado. Siempre la familia: el cumpleaños de su sobrina de 15 años activa la espoleta de la memoria y, con ella, las dudas.
Si la protagonista de este filme vive sola en su apartamento de Buenos Aires empapelado de recuerdos de lo que fue en las pantallas, y no necesita más que una cómoda relación con un hombre de mediana edad para seguir adelante, la pareja de Aire libre, encarnada por Leonardo Sbaraglia y Celeste Cid, parece haber llegado a un punto sin retorno pese a que son jóvenes, tienen una hija pequeña y están reformando una espaciosa casa. ¿Qué queda de las cosas en las que creyeron juntos? Con pulso firme, sin sobresaltos melodramáticos, con extremada contención y filmando el rechazo de unos cuerpos que ya no se necesitan como antes, Berneri captura ese momento indescriptible en el que una pareja entiende, sabe, que el cambio es irremediable.
Todo lo contrario ocurre en Felix et Meira. En la película de Giroux son dos personajes pertenecientes a culturas distintas los que desafían las normas escritas y no escritas para sacar adelante su amor. Un franco-canadiense excéntrico y de familia adinerada. Una mujer judía y jasídica con un hijo, que practica la bondad y la piedad, como todos los jadísicos, pero se ve envuelta, arrebatada, en una historia de amor con alguien tan distinto. Hansen-Løve, por su parte, nos relata una historia de personajes habituales en su cine (y en el del Bresson de Cuatro noches de un soñador, el Eustache de La Maman et la putain o el Garrel de Les Amants réguliers), que se mueven de una manera concreta (el gesto físico de un determinado cine francés) y son baqueteados en el amor mientras, en este caso, exploran los límites de un género musical.
Escrita por el hermano de la directora, Sven Hansen-Løve, Eden está ambientada en el momento de ebullición del french house, la música electrónica francesa de principios de los 90 representada por grupos como Daft Punk en su elogiosa mezcla de house y funk. Tiene como protagonista a un DJ y su recorrido de maduración personal por la vida y por los giradiscos. Hansen-Løve en estado puro, con fondo sonoro de un tiempo tan agitado como delicado en las pistas de baile y en las alcobas. q.c.