"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Por su experiencia en otros jurados como el de Cannes, la artista y cineasta Marjane Satrapi (Rasht, Irán, 1969) sabe de sobra lo que le espera. “Ver dos o tres películas al día y tener muchas discusiones. Siempre es muy, pero muy difícil, ponerse de acuerdo. A mí me da igual el género; sólo pido que la película esté bien. Y cuando me gusta una, la defiendo a ultranza, ¡soy capaz de cortarme las venas por ella!”, ríe. Entusiasta y divertida, Satrapi habla por los codos y no para de fumar. “De todas formas vamos a morir, así que mejor que nos riamos. Si no me río al menos una vez al día, es un día perdido, un día sin sol”, dice.
Marjane Satrapi alcanzó fama internacional cuando, en 2000, se publicó el primer volumen de su novela gráfica Persépolis, en la que narraba su juventud en Irán y su experiencia con la Revolución Islámica y la guerra con Irak. “No me esperaba ese boom. Para mí, el éxito es poder hacer algo que me guste y tampoco es que aquello me cambiara la vida, sigo con los mismos amigos de siempre. Lo único es que antes iba a comprar material para pintar y sólo podía adquirir un color cada vez. Ahora los compro de veinte en veinte”.
Persépolis fue llevada al cine por la propia autora y su amigo Vincent Paronnaud y recibió numerosos premios. Instalada en Francia desde 1994, su siguiente paso fue rodar la historia que contaba en su cómic Pollo con ciruelas, pero, esta vez, utilizó intérpretes de carne y hueso. “Cuando tenía que dibujar yo a los personajes, me encontraba bastante limitada, pero los actores,si son buenos, son capaces de llevar la historia mucho más lejos, y eso es un placer”.
Hace dos años llegó su tercera película, La bande des Jotas, una road movie muy loca rodada en España, en la que actúa por primera vez. “Lo mío no es ser actriz porque yo prefiero el anonimato; quiero poder rascarme el culo en cualquier esquina sin que me saquen una foto. Pero como esta película la hice con 0 euros y cuatro amigos, no me quedó otra que aparecer. Ni siquiera teníamos un guion, fue algo que se nos ocurrió para no aburrirnos durante las vacaciones, mientras viajábamos sin rumbo. Ahora, a posteriori, me doy cuenta de por qué la hice: para salir del cajón en el que me habían metido a partir de Persépolis. Yo soy esa mujer que viene de un Irán opresivo, pero también esta otra que ata hombres”.
De la gamberrada artesanal, a los grandes estudios americanos, pues este año ha rodado en Estados Unidos The Voices, una comedia negra protagonizada por Ryan Reynolds y Gemma Arterton. “Allí es todo muy diferente; tuve que luchar contra los productores, por primera vez trabajé con un guion ajeno, lo que me abrió otro mundo, y rodé con muy buenos actores, cosa que me ayudó muchísimo”.
Aunque sigue pintando -acaba de inaugurar una exposición en París-, ya no dibuja cómics. “Eso es narración, y si voy acontar algo, prefiero escribir un guion para una película. Hay que hacer lo que una quiere cuando una quiere. Antes era bastante solitaria y me gustaba dibujar tebeos; ahora soy bastante más abierta, valoro estar con gente y hacer películas, es mucho más ameno. Cuando ingresé en la Escuela de Arte, lo hice sabiendo que no me iba a forrar, pero que quizás podría hacer lo que me gustara. Me siento muy afortunada porque lamayoría de la gente pasa el día trabajando para pagar el alquiler o la hipoteca de una casa a la que sólo va a dormir”.
KAROLINA ALMAGIA