Fiel a su cita con el Zinemaldia, Antonio Banderas volvió a hacer acto de presencia en Donostia, esta vez en calidad de protagonista y productor de Autómata de Gabe Ibáñez, película que fue presentada ayer a concurso dentro de la Sección Oficial. Se trata de una apuesta muy personal a la que el actor malagueño llegó a instancias de su colega Elena Anaya, quien ya había trabajado a las órdenes de Ibáñez en Hierro. “Fue ella quien me hizo llegar el guion de Autómata mientras rodábamos con Almodóvar La piel que habito. Me dijo: ‘Antonio, échale un ojo a este proyecto, creo que aquí hay una peli interesante pero para que salga adelante necesitan a alguien como tú, de lo contrario, probablemente quede abandonado en un cajón’ ”. El actor malagueño confesó que su personal implicación en este atípico largometraje de ciencia ficción, rodado en Bulgaria con financiación mayoritariamente española, se justifica en el nuevo rumbo que desea dar a su carrera: “Hollywood es hoy por hoy sólo una marca. Ahora mismo lo que me apetece es hacer más cine en mi país, apostar por el talento que hay aquí, que es mucho, y retomar las sensaciones sobre mi profesión que tenía en mis inicios, cuando interpretar, para mí, tenía algo de hobby”.
Productor vs. actor
Banderas aseguró que no le planteó ninguna disyuntiva simultanear su labor como actor con la producción del filme: “La única diferencia con respecto a otros largometrajes donde únicamente trabajo como intérprete es que aquí permanezco en el set desde bastante tiempo antes de que comience el rodaje, pero eso no condiciona mi labor, ya que como actor me puse al servicio de Gabe, mientras quecomo productor mi única labor pasa por haberle proporcionado las herramientas técnicas necesarias para que él realizase la película”. Por su parte, el cineasta manifestó que “Antonio peca de modestia al afirmar que suúnica función fue esa. Más allá de los medios técnicos, lo que me ofreció como productor fue la confianza necesaria para haceraquella película que yo tenía en mente desde el principio, sin entrar en consideraciones sobre si el resultado final podía resultar más o menos comercial”. Ese crédito en la labor del joven director fue justificado por el malagueño, quien aseguró que “si aposté por este proyecto fue porque me cautivaron los trabajos anteriores de Gabe y por eso quería que en Autómata permaneciese fiel a su estilo”.
No obstante, tanto Banderas como el director pusieron énfasis en destacar que esta película está realizada para que funcione en el mercado internacional, de ahí el hecho de rodarla en inglés. “Por otra parte –comentó su protagonista–, no se trata de ninguna gran superproducción y no queremos venderla como tal. Esta película se ha hecho con sangre, sudor y lágrimas y tirando de favores personales, lo que justifica la colaboración de amigos como Melanie Griffith o Javier Bardem. Por eso también para nosotros es muy importante estar presentes en un festival como éste, porque eso le da a la película su dimensión exacta. No nos interesa competir en el mercado de los mainstreams”.
Distopía y robótica
El director Gabe Ibáñez manifestó que su empeño con Autómata fue hacer una película que le aproximase a la “vertiente filosófica y adulta que tenía la ciencia ficción hace tres décadas, y estoy pensando en películas como La amenaza de Andrómeda o Atmósfera cero, cuando el género tenía entidad y no como ahora donde está copado por películas familiares de aventuras que transcurren en el futuro”. Banderas, quien aseguró que “habiendo trabajado en todos los géneros, me faltaba hacer una película de ciencia ficción”, evocó que interactuar con los robots que aparecen en la película “fue una experiencia difícil pero divertida. Difícil porque la manipulación por control remoto generaba un ruido que podía descentrarte, pero, por otra parte, cada uno de estos autómatas estaba manejado también por un par de marionetistas búlgaros que tenían formación como actores y que consiguieron dotar a cada una de estas máquinas de una personalidad diferenciada”.