El Malandain Ballet Biarritz estrena su nueva coreografía en el Palacio de Versalles con música en vivo interpretada por la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Notas en movimiento dirigido por Oskar Tejedor, se desarrolla a lo largo de la preparación de la obra "Cendrillon" de Prokofiev, siguiendo la cotidianidad de la creación de una compañía de ballet y a una orquesta sinfónica desde dentro, desde el lado desconocido para el espectador: el lado humano.
El anterior trabajo del realizador de Balenciaga, permanecer en lo efímero fue sobre inmigración, volvía entonces de Venezuela y Perú y de tratar en profundidad ese tema social: “Siempre me ocurre lo mismo, tras tratar un tema tan social, de alguna manera necesito hacer algo más artístico, aunque Notas en movimiento también tiene mucho de social. Me gusta combinar lo social y lo artístico”.
A Oskar siempre le habían intrigado estas dos disciplinas artísticas, la música clásica en una orquesta sinfónica y la danza. Cuando contactó con el Malandain Ballet Biarritz ellos le hablaron de este proyecto junto a la Orquesta Sinfónica de Euskadi y con Sincro Producción se lanzó de cabeza a este proyecto.
El realizador guipuzcoano considera que los protagonistas del filme son los grandes anónimos que pertenecen a un colectivo y le interesaba mucho saber sobre su vida y su trabajo. Tenía que seleccionar algunos protagonistas, pero no quería que fueran primeras estrellas, prefería gente que perteneciera al colectivo pero que tuviera algo interesante en su vida privada: “Cuando por ejemplo me enteré del problema de la bailarina Aureline Guillot, supe que ella tenía que ser una de mis protagonistas. Yo ya me había planteado qué pasaba cuando un bailarín se lesionaba y ese era el caso de Aureline. Elegí a mis protagonistas como queriendo responder a preguntas que yo me hacía acerca de la vida y la profesión de estos bailarines y musicos. También me intrigaba mucho el tema de los egos que existe en ese mundo. Porque yo entiendo que ellos se consideren artistas con una educación individualizada, pero cuando estás en un colectivo tienes que matar el ego para poder darlo todo dentro de ese grupo”.
Pero Tejedor quiere matizar que también se ha encontrado con una gente muy solidaria. En un momento del documental vemos la implicación altruista de algunos de los músicos y los bailarines en una campaña contra el sida, creando expresamente un espectáculo para la ocasión y así conseguir fondos para la causa: “Todo eso me gustó muchísimo, porque, además del cultural, vi un lado humano y social increíble”.
La pasión también es un tema que intrigaba al también guionista. ¿Cómo mantener ese entusiasmo por la música y la danza a lo largo de los años, cuando esa pasión se convierte en tu profesión? ¿Es eso fácil? “A raíz de esos temas fui buscando y encontrando a mis personajes protagonistas. Encontré al viola Castor Narvarte que a pesar de los años que lleva interpretando música, estaba deseando tocar "Cendrillon" de Prokofiev. Para él su trabajo sigue suponiendo un reto, transmite emoción, fuerza y ganas de contar y de compartir. Mantiene un amor increíble por su trabajo”, cuenta Tejedor al mismo tiempo que dice que ahora entiende mucho mejor a todos esos artistas. Incluso los protagonistas con los que ha hablado le han contado que tras ver el documental sus amigos les entienden mejor y Oscar se muestra encantado, ya que eso es parte de lo que pretendía.
Y todos llegaron a Versalles, la orquesta, el ballet y el equipo de rodaje. “¡Fue una locura! Al fin y al cabo cuando un director se plantea realizar un largometraje, tiene un guion y organiza las cosas en torno a él. Sin embargo, en este rodaje, tanto la OSE como el ballet estaban creando e interpretando un espectáculo. Yo no les podía dirigir a ellos, sino que era dirigido por ellos. Me tenía que ir adaptando a lo que me encontraba pero aunque eso complicaba mucho las cosas, luego merecía la pena porque tras el escenario surgía la magia”. n.a.