"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Una pareja protagonista muy intensa (dos policías expedientados desplazados a un remoto pueblo donde impera la ley del silencio para resolver un caso de desaparición de menores); un paisaje de gran atractivo visual (las marismas del Guadalquivir y su entorno de humedales) y un contexto histórico convulso (los primeros años 80 cuando los rescoldos del franquismo aún se dejaban sentir en determinados contextos). Sobre estos tres elementos, el sevillano Alberto Rodríguez, autor de películas como Grupo 7, After o 7 vírgenes (con la que concursó en la 53 edición del Festival) ha tejido un poderoso filme de suspense que ayer abrió la sección competitiva.
Cuestionado sobre qué le llevó a ambientar su película en un momento tan preciso de la reciente historia de nuestro país, el cineasta comentó las similitudes que percibió entre la España de 2013 (cuando escribió el guion de este largometraje) y la de 1980: “En aquel entonces, como hoy, el Estado padecía los rigores de una crisis económica severa, también había un debate abierto sobre el modelo territorial y una gran polémica a cuenta de la ley del aborto”. No obstante, la clave definitiva se la proporcionó un exagente de policía que les asesoró durante el rodaje y que les ilustró sobre la controversia que se vivía en el cuerpo durante aquellos años a cuenta de los protocolos que debían seguir en las investigaciones, “hasta que les llegaron directrices claras para que relajaran sus modos de actuación, dado que el escenario político había cambiado”.
Apuesta por el género
Alberto Rodríguez tampoco quiso explayarse mucho en justificar las claves del contexto histórico en el que está ambientado el filme: «Nuestro empeño fue hacer una película de suspense clásica. Es cierto que la trama está imbuida de una considerable ambigüedad moral que nos sirve como materia prima para construir el relato y que puede dejar la sensación de que este queda abierto, pero es al espectador a quien le corresponde cerrarlo”. En todo caso, el manejo de las claves del noir que lleva a cabo el director resulta tan preciso, que este no pudo por menos que reconocer la influencia que, sobre él han tenido títulos como Arde Mississippi, Memories of Murder o Conspiración de silencio a la hora de elaborar La isla mínima: “Soy muy buen espectador de cine policiaco y un gran lector de novela negra y, además, teniendo en cuenta que es un género que refleja la parte más sucia y oscura de nuestra sociedad, hasta cierto punto es lógico que el cine negro siempre emerja en épocas de crisis”, comentó Alberto Rodríguez. “Además ocurre otra cosa también y es que en España le hemos perdido el miedo a servirnos del género”.
El actor Raúl Arévalo (protagonistade la película junto a Javier Gutiérrez) manifestó que “el cine de Alberto tiene alcance universal precisamente porque sus historias tienen una fuerte identidad local”. El intérprete, que aseguró haberse retrotraído a sus sueños de adolescencia, al verse liderando una persecución, pistola en mano, bajo la lluvia (“verme en una situación así colma mi ego como actor”), fue el que puso sobre aviso a Alberto Rodríguez de las similitudes de su película con la serie “True Detective”: “Pero es imposible que me inspirara en ella, ya que cuando empezaron a emitirla en EE.UU nosotros ya habíamos concluido de rodar La isla mínima”, señaló el director. j.i.