"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Aunque la vida profesional de Reinhold Vorschneider, nacido en Alemania en 1951, ha transcurrido entre rodajes, la suya fue una vocación tardía. De hecho, el ahora reputado director de fotografía estudió Ciencias Políticas y Filosofía, y Biblioteconomía, hasta que en los años 80 decidió ingresar en la Academia de Cine y Televisión de Berlín. “Cosas de la vida. Mi interés por el cine fue tardío, tenía ya treinta y pico años y no sé qué me llevó a ello,tendría que hacerme un psicoanálisis para averiguarlo. En la Academia de Berlín no había especialidades, y yo enseguida me di cuenta de que lo de dirigir no iba con mi carácter porque hacía falta un super ego, había que buscar financiación, convencer a los actores… así que tiré por la fotografía”.
Desde entonces, ha trabajado con directores como Rudolf Thome, Angela Schanelec, Benjamin Heisenberg, Thomas Arslan, Christoph Hochhäusler, Nicolas Wackerbarth, Maria Speth o Nicolette Krebitz, dirigiendo la fotografía, sobre todo, de documentales y cine artístico. Asegura que el cine de autor de su país atraviesa un momento delicado, ya que “los productores cada vez se encuentran con más problemas de financiación”.
Desde 2004, Vorschneider compagina su carrera con la enseñanza. “La docencia para mí es una exploración, es investigar. No me interesa repetir formatos que ya he hecho, porque para mí el cine realmente no tiene reglas; por eso, me dedico a coger un tema e investigar sobre él en compañía de mis alumnos”.
Aunque estuvo de visita en San Sebastián en los años 80, no conocía el Festival, y es también la primera vez que forma parte de un jurado, un papel en el que le cuesta verse, según confiesa. “Realmente, yo veo las películas como uno más del público, al menos la primera vez. Me parece muy difícil juzgar el trabajo de los demás. Hasta ahora había rechazado todos los ofrecimientos para ser miembro de un jurado; pero según me voy haciendo mayor, me voy ablandando en las negativas”, sonríe. “El caso es que no me gusta mucho la idea de hacer un ranking, preferiría que no hubiese un premio a la mejor película, sino que se repartieran más menciones especiales, porque son muchas las películas que tienen algo bueno”.
Aunque empezó su carrera en la época del celuloide, Vorschneider dice haberse adaptado bien a la era digital. “Personalmente, no sufrí con el cambio. No me gusta eso de mirar hacia atrás pensando que lo anterior era mejor; sin embargo, si uno compara una película de celuloide y una rodada en digital, se puede comprobar que esta última es algo más pobre y que el celuloide tiene más profundidad. Pero, bueno, es muy fácil engañar al público con lo digital porque da muy buenos resultados”.
Preguntado por las dificultades de su trabajo, contesta riendo que entenderse con el director es una de ellas. “Como director de fotografía no estás viviendo tu propio amor, sino el amor del director de la película. Hay veces en que las ideas de ambos coinciden, pero otras muchas no es así; a pesar de ello, el director de fotografía tiene que apoyar la idea del director siempre, le guste o no”. KAROLINA ALMAGIA