"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Roberto Castón ya sorprendió a muchos con su primer largometraje Ander. Ahora viene con ganas de más. Y esta vez presenta Los tontos y los estúpidos, en la que un grupo de profesionales del cine entra en un plató para, a lo largo de un solo día, leer, ensayar, contar y vivir una historia de una forma, cuando menos peculiar, para los espectadores.
“En realidad lo hice por necesidad, de la carencia hay que hacer virtud. Iba a ser un proyecto al uso, tenía sus localizaciones y todo lo demás, pero llegó la crisis y todo tuvo que cambiar, nos quedamos a las puertas de varias subvenciones durante dos años y entonces decidí repensar todo el proyecto”, comienza a contar Roberto.
La historia la mantuvo prácticamente igual con algunos cambios, pero incorporó cosas nuevas y eliminó todo lo imprescindible en la narración: “Hicimos un ejercicio de desnudez y de repente surgió este proyecto tan interesante. Y aunque corríamos el riesgo de que el espectador no consiguiera sumergirse del todo en la historia, nosotros creíamos tanto en el guion que no dudamos en lanzarnos de cabeza”.
Sentados alrededor de una mesa y siguiendo las indicaciones del director, los actores nos presentan el proceso de creación de los personajes y cómo mediante los ensayos, las indicaciones, la iluminación, el sonido o el atrezo, lo que al principio no era más que una historia plasmada en un guion, se convierte en una película. “Y aunque parezca que los actores improvisen, todo está guionizado. Yo soy bastante hitchcockiano escribiendo, cada secuencia enriquece la posterior, intento que una secuencia enganche y el espectador quiera ver la siguiente, y que cada escena también enriquezca de alguna manera la anterior”, dice Castón. Y aunque ya imagina que al principio de la película al público le pueda costar sumergirse, una vez explicadas las reglas de este nuevo juego, espera que la gente entre en la historia y se olvide de que, por ejemplo, no hay decorado. También el sonido ayuda mucho a ubicar las escenas.
“Yo considero que las fronteras entre el cine y el teatro no son tales, las primeras películas eran en realidad teatro grabado. Hay muchas cosas que unen al cine y al teatro y de hecho existen muchísimas películas queretratan el mundo del teatro. Haciendo esta película yo pensaba mucho en Vanya en la calle 42 de Louis Malle, basada en un montaje teatral, el ensayo general de la obra sin público con descansos incluidos y donde se ve a los componentes de la obra charlar sobre sus vidas”, matiza el realizador gallego.
Su idea es que el público interiorice dos historias sin darse cuenta: la que nos narra Los tontos y los estúpidos, historias humanas sobre la soledad, lafamilia, el amor, el sexo o la enfermedad y la forma de trabajar de todo un equipo para realizar un largometraje, para hacer cine. N.A.