Afable, tranquilo y como sin darse importancia, compareció Denzel Washington ante los medios acreditados en el Festival tan solo unas pocas horas antes de recibir el Premio Donostia en la ceremonia inaugural. Lo hizo acompañado por Antoine Fuqua, director a quien le debe parte de su prestigio, pues de su mano consiguió el Oscar al mejor actor protagonista por Training Day. De aquello hace trece años y ahora han vuelto a unir fuerzas en The Equalizer, la película que abrió ayer, fuera de concurso, la Sección Oficial: “Nuestras carreras se vieron muy reforzadas después de aquel éxito y sabíamos que tarde o temprano volveríamos a trabajar juntos. Hemos tardado en hacerlo pero ya estamos deseando repetir”, confesó el actor a la vez que anunció que la semana que viene estará recibiendo clases de equitación para su nuevo proyecto a las órdenes de Fuqua, un remake de Los siete magníficos que empezarán a rodar en breve.
El espíritu violento que rezuma una película como The Equalizer, centró buena parte de las preguntas en la rueda de prensa. Antoine Fuqua quiso dejar claro que “no se trata de una violencia explícita pues más que verse se intuye, hemos usado mucho la elipsis. Tampoco puede decirse que sea gratuita ni injustificada, ya que la violencia emana del protagonista, de su propio pasado”. Denzel Washington, por su parte, dijo entender a quienes se emocionan con este tipo de secuencias y prorrumpen en aplausos celebrando los excesos de su personaje “En el fondo, es una manera de estar a favor de él, no de sus acciones, pero sí de su predisposición a hacer justicia, a combatir el mal, a hacer aquello que nosotros, la gente común, jamás nos atreveríamos a llevar a cabo”.
Héroe popular
Denzel Washington no dudó en definirse como un hombre corriente cuando se le inquirió acerca de ese perfil de héroe cotidiano que nutre buena parte de sus creaciones para la gran pantalla: “Yo me considero un tipo ordinario con un trabajo extraordinario”, manifestó antes de negar que se sintiera encasillado en este tipo de personajes: “He hecho de todo, he incorporado a héroes pero también a villanos, de hecho después de Training Day únicamente me ofrecían personajes malvados, cosa que con anterioridad no me ocurría, pero esa es la naturaleza de Hollywood”, comentó el actor.
Aciertos y errores
El Premio Donostia que recibió anoche se le antojó la excusa perfecta para realizar un apresurado repaso a lo que ha sido su carrera en el cine hasta la fecha y para recordar a alguno de los directores que más le influyeron, como el recientemente desaparecido Richard Attenborough, quien le dirigió en Grita libertad (1987): “Un tipo dulce y sabio, a su lado aprendí muchísimo, además aquel rodaje me permitió visitar por primera vez Europa y África”. También le sirvió para evocar algunos errores de cálculo: “He rechazado personajes en películas que luego alcanzarían gran repercusión, pero no me gusta volver sobre este tipo de decisiones, creo que equivocarnos también es parte del proceso de aprendizaje. Con mis aciertos y mis errores he llegado hasta donde estoy ahora”.
Agradecido y honrado por el Premio Donostia, el actor reconoció que los galardones “cambian la percepción que el público puede tener de ti y, según en qué momento te lleguen, también tu consideración dentro de la industria. Por ejemplo, el Oscar al mejor Secundario que me dieron por Tiempos de gloria (1989) me proporcionó grandes oportunidades profesionales. Sin embargo, cuando me lo otorgaron por Training Day mi carrera no acusó tanto el impacto del galardón, ya que estaba muy encauzada”.
Su carrera en los últimos años ha estado consagrada al teatro, “un medio que me da una relación directa e inmediata con el público que, al fin y al cabo es la razón última por la que hacemos este trabajo”. De hecho Washington, que dijo sentirse cómodo siendo reconocido como ejemplo por quienes dan sus primeros pasos en la profesión, no dudó en aconsejar a los jóvenes actores “que empiecen haciendo teatro y vuelvan a este medio con regularidad, ya que un éxito temprano, sobre todo si se da gracias a la televisión, puede ser una maldición”. J.I.