"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Los hermanos Larrieu (Arnaud y Jean-Marie), que se cuentan entre lo más interesante del reciente cine francés, presentaron ayer L’amour est un crime parfait dentro de la sección Perlas. Acudieron acompañados de su actor fetiche Mathieu Amalric, uno de los más versátiles del cine galo quien, sin embargo, se quita importancia: “A mí como actor se me inventó Arnaud Desplechin, yo aterricé en el cine con la idea de fabricar películas, no de interpretarlas –reconoce quien también es un reputado cineasta–. Lo que me lleva a aceptar un proyecto u otro es la gente, la afinidad con determinados directores como los Larrieu que son íntimos amigos. El hecho de trabajar juntos de manera recurrente nos genera la necesidad de sorprendernos mutuamente”.
Para los directores “Mathieutiene una habilidad especial para navegar de isla en isla, como Ulises y, como él, concluir sus odiseas interpretativas con éxito”. Una cita literaria que no es baladí para referirse a esta película, en la que el actor da vida a un profesor de literatura que, según Amalric “cree tener todo controlado gracias a su poder de seducción y, sin embargo, se ve superado por los acontecimientos”, que incluyen un crimen que el protagonista no es consciente de haber cometido, tampoco el público, con el que se teje una ambigua red de complicidades. “Quisimos hacer coincidir las percepciones de Marc, el protagonista, con las del espectador”, cuentan sus directores que definen a su personaje como “un culpable que reivindica su inocencia”, no sólo ante el crimen sino también ante la vida, ya que “se trata de un ser aparentemente maduro que se comporta como un adolescente”.
Plena de ambigüedades, la película se nutre de múltiples influencias cinematográficas y literarias “que no estaban en la novela en la que nos basamos pero que fuimos introduciendo para hablar de los escritores y directores que nos gustan”, confiesan los realizadores antes de afirmar que “esa indefinición en la que navega la película al punto de no saber si se trata de un film noir, de una comedia o de una historia de amour fou está en nuestras propias vidas. En el fondo éste es un filme sobre la negación, donde el afecto emerge en el lugar del crimen”.
J.I.