"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Toca ponerse en el peor de los lugares, en la piel de un hombrecillo gris y apocado de los que tienen una única función en el engranaje: aguantar el chaparrón.
Antonio Farfán, de 46 años, soltero, efectivamente fondón, alopécico, menudo y de ocupación –ay– funcionario de notaría, vive sus rutinas con poca habilidad, sin convicción, temeroso del resto, abusado por compañeros y parientes y mañana será otro día. Ahora vive una reestructuración de personal en su oficina, ha incorporado a su cotidianidad la presencia de un vecino senil y está a punto de darse a las terapias de grupo, por lo de la timidez. El devenir de estas novedades irá modulando a nuestro protagonista y paliando en parte una amargura que, sin pretenderse comedia abierta, resultará hilarante por momentos.
Ópera prima del colombiano Carlos Osuna, Gordo, calvo y bajito es un magnifico trabajo de síntesis gestual a partir de la técnica del rotoscopio, la que consiste en transformar en dibujos fotogramas previamente rodados con actores. La película luce esa animación vibrante del calco bien ejecutado y transcurre en una frecuencia costumbrista, pero en su elección estética crece para mudar en otra cosa: una suerte de tragicomedia corriente vestida de diferencia, donde la simplificación de las imágenes, sostenidas por el talento actoral que encabeza Álvaro Bayona, va a hacer emerger a nuestros ojos el latido interno de los personajes. Sus miserias.
Un lustro después de vista en el Zinemaldia, en Cine en Construcción, hoy volvemos a buscarnos en ella.
RUBÉN LARDÍN