"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Jia Zhangke, considerado uno de los grandes maestros del cine contemporáneo, creció viendo muchas películas en las que no identificaba la vida cotidiana en China, ni siquiera la comida que se servía a los protagonistas. Quizá por eso se ha empeñado siempre en hacer un retrato veraz de su país, como en la película que presentó hace cinco años en Zabaltegi, Ciudad 24, en la que entrevistó a más de un centenar de personas para contar la historia de una fábrica de propiedad estatal que fue reconvertida en bloques de apartamentos. Ahora su cine regresa a San Sebastián con Tian zhu ding (Un toque de violencia), que obtuvo el Premio al Mejor Guion en Cannes.
A través de cuatro historias enlazadas por un hilo de sutileza, el cineasta y guionista ha plasmado su preocupación por el aumento de casos de violencia en China con el propósito de que el espectador también reflexione sobre “por qué esas personas han llegado al extremo de utilizar la violencia, qué pensamiento se les cruza por la cabeza a personas en circunstancias desesperadas para utilizar la violencia como salida a una situación”.
No obstante, existen diferencias entre los cuatro protagonistas, un indignado contra la corrupción en su pueblo, un emigrante demasiado aficionado a las armas, una recepcionista violentada por un cliente y un joven obrero que sufre una indeseada movilidad laboral. “El primer caso quiere reflejar un problema de la sociedad, a consecuencia de la desigualdad, se desencadenan problemas y llega el momento en el que él tiene que defender su honor pero, sobre todo, es un problema de sociedad”, recalca Zhangke (Fenyang, Shanxi, 1970). “A través de esta película quiero que la gente piense por qué personas que son víctimas de la violencia pasan a usarlas contra otras, tenemos que meditar sobre qué hay detrás de ese cambio de actitud”, sugiere el autor de Naturaleza muerta. En el segundo caso se trataría, en cambio, de alguien que no encuentra su lugar, “no es capaz de desarrollar su valor personal en el pueblo en el que nació”; en el tercero, el personaje principal sufre la violencia de una manera más manifiesta; y el último expresa, sin embargo, “la frialdad entre las personas que están en una fábrica, solo hay máquinas, no existen relaciones personales, y se sufre una violencia fría, que no se ve”, describe. Eso sí es algo que comparten todos: ninguno cuenta con una relación personal lo suficientemente afectuosa o sólida para hacerle más soportable la violencia, explícita o no, exterior.
Redes sociales chinas
Los sucesos que filma son reales y “muy recientes”, de hecho decidió hacer la película en agosto del año pasado. El director ha explorado las redes sociales chinas para escoger casos que “todo el mundo conoce”. Ha elegido cuatro y no uno, y los ha colocado en cuatro provincias distintas, que recorren China de Norte a Sur, precisamente para excluir la posibilidad de la “mala suerte”, de la “casualidad”, que cualquiera se sienta concernido y, de este modo, advertir a “la sociedad de que va a tener que afrontar este tipo de problemas”. Aunque los dos últimos incidentes están protagonizados por mujeres que padecen la violencia masculina, la puramente física o esa otra, tan o más dolorosa, de ser reducidas a objetos, Zhangke no quería alertar “especialmente” sobre la desigualdad de género. Considera que “tras 1949 las mujeres están en una situación bastante buena”. Sí quiere subrayar cómo determina la posición de las personas hacia el dinero, que ya es entendido en China como la manera de hacer, de conseguir “todo”.
R.P.