"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
"El cine mexicano vive su momento más importante desde hace cincuenta años, no solo por la cantidad de películas que se produce sino por la variedad de las mismas. De tal modo que no hay festival que se precie que no acoja tres o cuatro producciones de nuestro país”. Así de rotundo se mostró el productor Christian Valdelièvre al ser inquirido sobre la pujanza del cine de su país representado en la Sección Oficial del Zinemaldia por uno de los cineastas emblemáticos de la última hornada de directores, Fernando Eimbcke, quien tras sus dos primeros largometrajes, Temporada de patos y Lake Tahoe vuelve a mostrar los conflictos propios de la adolescencia en Club Sándwich, la historia deun despertar sexual. “En este caso, no obstante, creo que los adultos tienen más peso que en mis filmes precedentes, mientras preparaba el guión me di cuenta de que el personaje más fuerte era el de la madre y me dejé guiar por él”.
El filme narra las tensas relaciones entre una madre y un hijo que pasan sus vacaciones en un resort de Oaxaca, cuando el chico conoce a una muchacha de su edad con la que comienza a experimentar sus primeros placeres ante los recelos de su madre que siente estos escarceos como el inicio de la emancipación de su retoño: “Con los hijos siempre ganas y pierdes algo, sientes que su inocencia se va demasiado rápido”, confesó la actriz María Renée Prudencio, encargada de dar vida a la madre protagonista. Lucio Giménez Cacho, que interpreta a su hijo, confesó por su parte haber vivido un proceso de transformación en paralelo tras participar en el filme: “Cuando regresé a la escuela tras dos meses de rodaje mis amigos me dijeron que había cambiado muchísimo”. En la química entre ambos reside buena parte del atractivo del filme: “Me gusta tener el trabajo en el set muy controlado pero sin aferrarme al guión al cien por cien, normalmente dejo que los actores improvisen y que sean ellos los que vayan construyendo la secuencia. Normalmente lo que hago es adecuar la historia a los personajes, es lo que más me interesa de una película”.
Menos es más
Más allá de espacios temáticos compartidos con sus dos largometrajes precedentes, lo que Fernando Eimbcke sigue cultivando como rasgo de estilo es ese minimalismo expresivo que hace de sus filmes un prodigio de humor y sutileza: “Es algo que me sale solo, de hecho en la primera versión del guión había escenas muy festivas, pero luego me fui dando cuenta de que para el conflicto narrativo que planteo me interesa más que haya una tensión permanente y eso pasa por la contención. Es como el sentido del humor que manejamos, no se busca el chiste obvio sino que cuando el conflicto explota, la gracia surge de manera espontánea”. Para la montadora Mariana Rodríguez, cómplice del director en la consecución de ese minimalismo expresivo; “lo que ocurre con las películas de Fernando es que parecen más pequeñas de lo que realmente son y eso lleva un trabajo gigante”.
J.I.