"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Como Costa Rica, su país de procedencia, Por las Plumas es una película muy pequeñita. Apenas han participado cinco personas y se grabó con muy poco dinero. Pese a eso, su historia llamó la atención de mucha gente que quiso aportar su granito de arena a través del crowdfunding. Gracias a esta fuente de financiación y a ganar un premio de Cine en Construcción, el director Neto Villalobos ha podido terminarla y presentarla en la sección Nuev@s Director@s del Zinemaldia.
Villalobos reconoce que lleva cinco años detrás de este proyecto pero que sus miedos han impedido hacerlo antes. Uno de esos miedos era una necesidad imperiosa de tenerlo todo controlado. “En mi día a día soy una persona muy cuadriculada y me ha costado darme cuenta de que para que una película fluya es necesario navegar en el caos y la confusión”, cuenta.
Estas palabras del realizador cobran más sentido cuando se descubre que la mayoría de los actores del largometraje no son profesionales y que muchos de sus diálogos están improvisados. “Hubo un guion inicial con diálogos muy claros pero cuando decidí trabajar con actores no profesionales lo tiré a la basura”, declara Villalobos. Desde ese momento el director trabajó para adaptar el guion a la personalidad de sus ‘no actores’.
Al principio, los protagonistas del filme son unas personas solitarias que llevan “una vida de mierda”. Sin embargo, según va pasando la película, esas personas se conocen, forman una extraña familia y “su vida empieza a ser más llevadera y más feliz”, cuenta Villalobos. Este recorrido también puede percibirse en el tono de la película, ya que comienza como una tragedia y termina convirtiéndose en una comedia muy divertida.
Un gallo llamado Rocky
El punto de unión de todos estos personajes es un gallo de pelea llamado Rocky. A pesar de que ese es un mundo ilegal en Costa Rica, el director piensa que “en lugares hostiles pueden surgir relaciones tiernas”. Por esa razón, ha decidido presentar ese ambiente de una forma simpática. “En mi opinión muchas producciones latinoamericanas pecan de amarillismo y muestran las zonas subdesarrolladas como algo oscuro y peligroso. Sin embargo, cuando tú estás allí todo es mucho más normal”.
Otro de los aspectos que llama la atención de la película ha sido su vocabulario. “Es curioso cómo un mismo idioma puede ser tan diferente”, comenta sorprendido el director tras descubrir la reacción que ha causado en el público escuchar “tico”, el español de los costarricenses.
I.B.