"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Minuscule - La vallèe des fourmis perdues ha sido una de las grandes sensaciones de Zabaltegi durante estos primeros días de Festival. Grandes y pequeños han disfrutado con esta sofisticada aventura sobre un grupo de hormigas que, acompañadas por una mariquita marginada por las de su especie por no saber volar, ponen todo su tesón en trasladar una caja de azucarillos –abandonada en mitad de un picnic por un grupo de humanos– a su hormiguero. En el camino tendrán que sortear acantilados, ríos, cascadas y, sobre todo, la amenaza de las malvadas y voraces hormigas rojas anhelantes de arrebatarles su preciado botín.
Philippe Delarue, su productor, estuvo en Donostia para presentar al público esta singular propuesta, carente de diálogos pero de ritmo vertiginoso, donde lo primero que llama la atención es su prodigiosa factura técnica en la que se combina imagen real y animación en 3D. “Los fondos naturales son auténticos, estuvimos seis semanas grabándolos en espacios protegidos con lo que no pudimos alterar ningún elemento. Esto fue especialmente problemático en lo referente a los insectos reales que a veces se nos metían en el plano. Obviamente no íbamos a confrontarlos con las hormigas dibujadas y tampoco podíamos usar DDT para eliminarlos porque nos hubieran denunciado –añade con humor Delarue– así que al final optamos por borrarlos en posproducción digitalmente”.
En total la producción abarcó tres años de los cuales varios meses fueron consagrados a cerrar un guion en el que explo-tando apenas cuatro elementos sus autores consiguen un relato pleno de tensión y de fuerza: “Al principio trabajamos en varias direcciones pero ninguna de las historias que alumbramos nos satisfacía. Así que probamos con potenciar el sentido del gag visual ensamblando diversos relatos breves, pero vimos que aquello tampoco funcionaba. Fue un proceso largo hasta que cerramos el guion en su versión definitiva”.
La película que ya ha sido vendida a “cuarenta países”, según su productor, tiene vocación internacional si bien “no buscamos competir con Hollywood sino ofrecer una alternativa. Obviamente lejos de EE.UU se hace una animación de gran calidad a menor coste y eso resulta muy apetecible para los distribuidores pero nuestra seña de identidad es la originalidad de la propuesta”.
Aunque a estas alturas, resulta obvio afirmar que el cine de animación dejó hace tiempo de ser un mero entretenimiento infantil, no es menos cierto que los críos tampoco se conforman ya con cualquier cosa. Prueba de ello es el alborozo con el que el sector más joven de la audiencia donostiarra ha recibido una propuesta tan sofisticada como Minuscule – La vallèe des fourmis perdues, en los sucesivos pases que ha tenido la película.
J.I.