"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En 1914, el dibujante Windsor McCay daba vida en la pantalla a Gertie el dinosaurio, quizá la primera gran estrella del cine de animación, una criatura que abrió la puerta a una fecunda galería de personajes irreales que cobraban vida gracias al dibujo en movimiento. Pero cuatro años más tarde, el propio McCay utilizaba el dibujo animado para contar un suceso real: The Sinking of Lusitania registraba aquello que las cámaras de cine nunca pudieron filmar, el hundimiento de un trasatlántico durante la primera guerra mundial. De esta manera, el cine de animación demostraba que podía mantener el vínculo una tradición centenaria anterior al momento en que la fotografía se convirtió en el testimonio fidedigno de lo real, aquella tradición que tenía a la pintura y la ilustración como registro del mundo prefotográfico.
Desde entonces, la historia del cine de animación ha contado con notables cineastas que han tratado de buscar vías alternativas para el trabajo con dibujos o muñecos animados por stop- otion, caminos que se aparten del tradicional filme familiar y exploten las posibilidades del género como un arte para adultos. Esa tradición alternativa, que ha tenido grandes maestros (Ralp Bakshi, Jan Svankmajer, René Laoloux, Raoul Servais), sigue hoy más vigente que nunca gracias a una serie de creadores para quienes la animación es una manera de ver y entender la realidad en todas su manifestaciones.
La retrospectiva Animatopía es el lugar donde se dan cita algunas de las más sugestivas propuestas de ese “otro” cine de animación: películas dirigidas por algunos de los grandes nombres de la animación contemporánea, como el iconoclasta Bill Plympton, los inquietantes hermanos Quay, el siempre sorprendente Satoshi Kon o el inclasificable Mamoru Oshii; las singulares incursiones en este campo de directores habitualmente dedicados a otros menesteres, como Wes Anderson, Richard Linklater, Eric Khoo o Fernando Trueba; las propuestas que permiten la alianza entre el documental y el cine de animación (Crulic) conviven con fantasías distópicas (Metropia) y con reflexiones sobre la Historia del siglo XX (Vals con Bashir, Alöis Nebel), o con crónicas sociales y reflejos de la vida cotidiana ($9,99, Mary and Max, Gordo, calvo y bajito, Arrugas). Un cine de animación que demuestra que el artificio que le es connatural no tiene por qué eludir el compromiso con la realidad ni dejar de reflejar lo que somos, lo que queremos o lo que más tememos.
ROBERTO CUETO