"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
“Dicen que allí viven seguros, que no matan gente ni nada”. “Allí” es al otro lado de la valla. Lo dice un chavo, un chico de mirada franca vestido con una camiseta de azul ajado y unas zapatillas polvorientas. Lo dice sin dramatismo, pero despacio, como mascando las palabras. Con un deje de tristeza, posiblemente con esperanza. Como si con diez años ya no tuviera otra cosa en la cabeza que atravesar esta alambrada que durante kilómetros y kilómetros es la prueba visible de que el dinero puede dividir las comunidades mucho más que el color de la piel o la grafía del apellido.
Al otro lado, “allí”, un ranger vigila la escena. Un gran todoterreno reluciente le protege.
“Aquí” es Ciudad Juárez. En 2007: 320 asesinatos; en 2008: 1.623; en 2009: 2.754; en 2010: 3.662. 3.662 cuerpos descuartizados, 3.662 cuerpos colgando de los puentes sobre la autopista, cuepos desaparecidos, mutilados. Al otro lado de la valla, del lado del ranger de uniforme verde con todo su aplomo estadounidense, seis muertes violentas en todo el año. Es, según las estadísticas, una de las ciudades más seguras de EEUU. Hay una valla entre medio, no mucho más.
Es territorio de violencia cotidiana, de policía corrupta, de niños de quince años que llegan con una recortada, provocan una balacera y dejan una nota sobre el cadáver: “Faltan otros 11”. Territorio donde los cantantes saltan al escenario con bazookas y pistolas al cinto, y cantan eso de … y le di diez balaaaazooos”.
Es territorio de Movimiento Alterado, plataforma de grupos y cantantes de narcocorridos con letras explícitas sobre la violencia cotidiana, apología pura y dura de toda la parafernalia de droga, extorsión y dinero negro.
Es donde los jóvenes componencanciones como si fueran versos de encargo, y los criminalistas, los levantacasquillos, no dan abasto en su dosis diaria de terror mientras se dan de bruces con una burocracia corrupta que provoca que el 97% de los crímenes acaben sin resolverse.
Es allí donde las jóvenes estudiantes de instituto proclaman que quieren ser novias de narcotraficantes, que es una norma de vida. Que no es nada malo. “Bueno, un poco malo sí es, pero es parte de nuestra cultura”.
“¿Pero por qué nadie grita?” clama una madre en una dependencia judicial. Le han descuartizado el hijo.
Narcocultura. Territorio Juárez.
A.B.