"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Un sacerdote cuelga los hábitospara hacerse cargo de su sobrina de cinco años y vengar la muerte por sobredosis de su hermana, que fuera estrella del cine porno.
Princess es, no cabe duda, un thriller. Uno bien templado y de ritmo impecable, fundado en la idea de la venganza y en el aprendizaje de la crueldad. Eso es Princess en primera instancia pero es también una toma de postura dramática ante la voracidad de la pornografía, y una tan expeditiva que habrá quien la entienda como arrebato moralista.
El retrato despiadado que se hace en Princess de esa industria dirige su condena no tanto hacia el cine equis como a la realidad de sus protagonistas, a un entorno clandestino pero tolerado en su falta de escrúpulos que, según se plantea, podría estar entronando a mujeres antes de que llegasen a serlo. En precisión de su director, el danés Anders Morgenthaler, el cine porno estaría haciendo usufructo de muchachas que quizás no tienen las herramientas para gestionar sus circunstancias, y aunque sobre el papel esto suena a la habitual apropiación caritativa e ilegítima de causas nobles, la película, del mismo modo que su protagonista se desprende de la sotana y el alzacuellos, aparca sermones y titubeos para arrancarse a defender su descontento desde la furia de los géneros, y en esa empresa da con un thriller violento y sórdido enraizado al policíaco adusto y algo melancólico de los años setenta, a la vez que contaminado por los usos alegres y dulces de la animación japonesa.
Morgenthaler, que también ha sido autor de cómics y de libros infantiles, debutó en el largometraje con esta película basada en el corto con que se había graduado en la Danish Film School, Araki: the Killing of a Japanese Photographer (2003), que a su vez se inspiraba en un libro del fotógrafo japonés Nobuyoshi Araki, conocido por una obra erótica y ambigua que puede leerse como testimonio o como apología y explotación, y que en cualquier caso es material caliente para la polémica.
A partir de un estilo gráfico funcional y en apariencia desentendido de sí mismo, empleado en exclusiva al servicio de una narración directa, Morgenthaler consigue llevarnos por la senda euforizante de la venganza sirviéndose de una maniobra tan obvia como efectiva: alimentarla desde la crudeza de la imagen real. Y el ejercicio de contrastes, que en ocasiones ha dado resultados grotescos, se salda aquí en una amplificación devastadora de la rabia. Auténticos dibujos animados solo para adultos.
RUBÉN LARDÍN