Carmen Maura (bruja más que bruja) pensaba hasta que recibió el suyo que el Premio Donostia estaba reservado a estrellas de la extranjería dorada de Hollywood. Los cinéfilosexquisitos, ese ramal de la cinefagia que se mueve entre lo arty y lo indie, creían hasta hoy mismo que era galardón reservado a criaturas que siempre se han situado en los márgenes del celuloide: Hopper, Coppola, Sean Penn, Max von Sydow, Liv Ullmann, Malkovich. Los mitómanos, raza que empezó a extinguirse cuando la Davis fumó su último cigarrillo en el Victoria Eugenia, asumieron que el Donostia era homenaje a seres que hasta que no aparecieron aquí dudábamos incluso que fueran reales: Peck, Glenn Ford, Gassman, Jeanne Moreau, Bacall. Y luego están, sin analizar científicamente, los grandes momentos de pasión indomable desencadenados por Richard Gere
Lo que nadie había computado hasta ayer a las 23.30, hora de su llegada a la ciudad, es que el Premio Donostia pudiera estar reservado a una feroz sub especie de licántropo con el esqueleto recubierto de adamantium que como todo leedor de tebeos sabe es metal indestructible; criatura capaz de recuperarse de cualquier daño físico, provista de garras retráctiles. Alguien en cuyo escudo heráldico (recordad que su linaje y estirpe son antiguos y nobles pues procede de los Hudson, bastión de las glorias de los Lupinos, humanos que evolucionaron a partir de un ancestro lobo) se lee ‘Soy el mejor en lo que hago, pero lo que hago no es muy agradable’.
Y porque ni se lo esperaban ni se lo imaginaban ni lo entienden, hay muchos que en un intento desquiciado de justificar el Donostia de y a Hugh Jackman insisten en que ha trabajado con Woody Allen, Christopher Nolan (se refieren, faltaría más al Nolan que dirigió Memento y Origen no al de El caballero Oscuro) o Darren Aronofsky (en este caso se menciona que es el autor de Pi, el orden del caos y no de Cisne negro). Los que nunca se intuyeron que se pudiera entregar el Donostia a alguien cuyo personaje vivió durante un tiempo en el desierto de Yukón en compañía de lobos (en compañía no bailando con…),
enloquecen, eso sí, al mencionar su canoro y danzante papel de Jean Valjean en Los miserables e insisten en que en la película que le trae a San Sebastián ese Prisoners de Villeneuve. no hace gala de ningún superpoder…
Paparruchas. Puñado de sepulcros blanqueados todos los que así actúan. Hugh llegó ayer a las orillas del Cantábrico porque es Wolverine. Lobezno. Hijo de Elizabeth y John, padre de Rina, exesposo (sí) de Víbora, amigo leal de Mariko y Yukio. El Donostia es para él. Para Logan. También llamado en otros confines del orbe conocido Weapon X,
Muerte. Aullador, Aguja dinámica. Parche. Emilio Garra, el Innombrable, Guepardo.
Adoramos a todos los Jackman, por supuesto. Al que ganó un Tony en Broadway por su trabajo en el musical The Boy from Oz. Al estudiante de Periodismo en la Universidad de Sydney. Al maestro de ceremonias de la entrega de los Oscar del año 2009. Incluso podemos aceptar, por mucho que nos duela, su papel en Van Helsing. Odiamos al cazador de vampiros pero nos apasiona que el príncipe Velkam le convirtiera en ese filme de Sommers en un… hombre lobo. Todo Hugh nos place. El capataz de Australia, faltaría más. Quien ha podido rodar con Baz Luhrmann ¿por qué habría de justificar ser Lobezno? El Jackman que zascandilea por twitter (@Real Hugh Jackman, 3.205.800 seguidores) aunque ayer a las 11 de la mañana no lo había actualizado y solo sabíamos que el martes andaba por París.
Nos valen todos los Hugh posibles y probables. El que para trabajar pecho y tríceps hace cuatro superseries de press de banca con mancuernas (10-12 repeticiones, descanso de dos minutos entre series) y a ruegos de Aronofsky,que iba a dirigir Lobezno inmortal pero no lo hizo, acometió una dieta de 6.000 caloríaspara ganar peso, músculo y tableta de chocolate y tener verdadera pinta de Wolverine. Antes de las 10.30 am, Hugh se zampabacuatro pechugas de pollo, un bol de arroz integral y mucho brócoli. Nos encanta…
Nosotros, a pesar de todo lo que se ha y hemos escrito, sabemos perfectamente que este año el Donostia ha sido para una bruja y un mutante. Bienvenido, Lobezno; bienvenido Wolverine. Vas a recibir tu premio en esa hora violeta en que según los franceses es difícil diferenciar un perro de un lobo. Nosotros hoy no tenemos la menor duda. Aunque la luna no sea llena sino menguante.
BEGOÑA DEL TESO