"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Câinele Japonez, la ópera prima de Tudor Cristian Jurgiu, trata de la distancia física y emocional de un padre y un hijo que llevan años sin verse. Pese a que por su juventud lo lógico hubiera sido contar la historia desde el punto de vista del hijo, el director ha preferido hacerlo a través del progenitor. “Me siento más cómodo con personajes cerrados que esconden sus pensamientos y sentimientos”, explica.
Ese personaje cerrado del que habla, es un señor mayor que vive en un pequeño pueblo al sur de Bucarest y que, desgraciadamente, acaba de perder a su esposa. Es callado y solitario, aunque en el pueblo todo el mundo le saluda y le respeta. Victor Rebengiuc, el actor que lo interpreta, es muy conocido en su país, lo que hizo que por compromisos laborales apenas pudiera ensayar dos semanas. “No fue un problema, Victor enseguida intuyó lo que yo quería y captó a la perfección los matices de su personaje”, declara el realizador.
Como era de esperar, el momento en el que el hijo y el padre se reencuentran es uno de los más importantes del filme. “Hablamos mucho sobre esa escena, no solo con los actores sino también con el director de fotografía Andrei Butica. El objetivo era trasmitir frialdad, una falta total de comunicación y de emociones”, manifiesta. Tal era su importancia que Cristian Jurgiu reconoce que no le importó nada romper con la estética de la película a la hora de rodarla.
El exitoso cine rumano
Es vox populi en el mundillo cinéfilo que el cine rumano está de moda. Prueba de ello es el importante número de producciones que pueden verse en este Festival y en otros. Para el director “lo que ha pasado con el cine rumano, es algo muy parecido a lo que pasó con el neorrealismo italiano”. Así, achaca el éxito a la falta de presupuesto: “Los realizadores han tenido que buscar temas profundos e interesantes y el resultado han sido buenas películas”.
No obstante, también afirma que esto puede jugar en su contra y empujar a los realizadores rumanos a caer en un lenguaje y una receta muy dirigida a festivales. “Lo importante no es hacer películas originales sino personales”.
I.B.