"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Quién pensaría que la mirada de una niña puede retratar los últimos años del nazi Josef Mengele? La escritora y directora argentina Lucía Puenzo (Buenos Aires, 1976) lo vio así y, en una adaptación muy libre de su propia novela “Wakolda”, se lanzó a la realización de su tercer largometraje El médico alemán. El actor catalán Alex Brendemühl recordaba ayer cuando recibió el e. mail de Lucía proponiéndole encarnar al protagonista, junto a dos fotografías, la de Mengele y la suya propia: “El parecido era extraordinario, y su propuesta me halagó mucho, pero me preocupó enormemente parecerme tanto a uno de los mayores asesinos del siglo XX”.
Tras pasar por el Festival de Cannes, Brendemühl es el encargado de presentar la película en Horizontes, en representación de un variado equipo en el que destacan los actores Natalia Oreiro y Diego Peretti y, especialmente, la niña Florencia Bado. “Son los ojos de ella los que en realidad te llevan por la historia, la niña que observa al mundo y a este extranjero, absorbe todos los detalles, se sorprende y también provoca”. Repleta de simbología, la película incluye guiños al western, al cine negro, al arte de la ilustración o a la mejor fotografía de paisajes.
Alex Brendemühl (Barcelona, 1972) cuenta con una larga trayectoria en teatro, cine y televisión, y en los últimos años trabaja más habitualmente en Francia y Alemania. Este año tiene pendiente el estreno de dos películas y prepara un nuevo proyecto con el productor Luis Miñarro.
Para su personaje, se sumergió en la biografía del médico nazi y en el momento histórico, “para intentar dilucidar por qué él y tantos otros que simbolizan esa guerra y lo que fue el nazismo, se dejaron arrastrar por las ideas de una raza superior y se obsesionaron con crearla”.
Entre su estancia en Buenos Aires y antes de ubicarse en Uruguay, la pista de Mengele se pierde, y la guionista lo sitúa en las inmediaciones de Bariloche, “un lugar, explica Brendemühl, donde muchos nazis se escondieron tras la guerra y apoyado por simpatizantes pudo seguir huyendo”.
“Mengele simboliza el caso de muchos nazis que se escondieron en América del Sur –considera el actor–, en tantos países que acogieron y aceptaron a criminales de guerra, por desidia, por interés económico o por lo que sea, y que no condenaron ese horror de la guerra y el nazismo”.
P.Y.