"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Fue un catálogo de secciones, pero también un inventario de emociones. En la gala de inauguración hubo espacio para la generosidad en el discurso del cineasta Abdellatif Kechiche, que dedicó el Premio Fipresci a los críticos, autores de esa escritura colectiva que le ha ayudado a “comprender el significado de su trabajo”. Resultó conmovedor, como las palabras de Hirokazu Kore-eda y Akiko Koyama, la viuda de Nagisa Oshima, que iluminó el Kursaal con la frase que figura en la lápida del realizador japonés: “Hay que brillar como un pez abisal, con todas las fuerzas, porque si no, no hay luz”. Asistió la solemnidad, en la invitación de Oliver Stone a “repensar y descubrir los responsables de la situación actual”. No faltó la vertiente conciliadora, de la mano de Annette Bening: “Todos amamos el cine, eso es lo que nos une a todos”. Ni se ausentó, por supuesto, la diversión. Compitieron por el momento más gracioso Terry Gilliam, que mezcló perlas, ostras y flechas de San Sebastián, y el cierre de Campanella: “Tras ver en este escenario a Stone, Gilliam y Bening, me siento como Peter Sellers en El guateque, invitado por error”. “¡Y yo ni te cuento!, apostilló Arturo Valls, voz del protagonista de Futbolín. El director argentino pidió a los espectadores algo de lo que, como el discurso de Bening, todos podemos apropiarnos: “Buceen en su interior y busquen ese pedacito que sigue siendo un niño de diez años para disfrutar de la película”.