"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Un hombre, que ha dejado atrás un pasado marcado por el alcoholismo, viaja hasta la Patagonia con el doble objetivo de pasar unos días de relax pescando tiburones y para recuperar el afecto de su hija a la que hace años no ve. La sencillez de lo expuesto encaja perfectamente con el universo de Carlos Sorin, un habitual del Festival que con Días de pesca, presentada ayer a concurso, vuelve a los terrenos que mejor conoce: “No sé si existe una fórmula Sorin –expuso el cineasta argentino con ironía cuando fue preguntado sobre ello–. Lo que sí creo que puede haber es un riesgo de repetición. Mis espectadores más fieles me dicen que se trata de un estilo, los más reticentes que mis películas son siempre más de lo mismo. Lo que tengo claro es que yo solo hago películas sobre cosas que me conmueven”.
Puestos a conmover, pocas cosas hay que al director le emocionen más que “aquellas personas que están luchando por dejar atrás una adicción”, como el protagonista del filme. El actor Alejandro Awada pone rostro a este personaje que, según él, “trata de dar un golpe de timón a su vida dejando atrás una existencia dolorosa y buscando recuperar los verdaderos afectos que son lo más bello y más puro que hay”. Y esa búsqueda la expresa el protagonista con una gestualidad contenida pues, según explicó, “Carlos Sorin lo que prima es captar la importancia de los instantes, de las cosas pequeñas y de los silencios”. A este respecto el director explicó que: “Las palabras son engañosas, por eso en mis películas lo que no se dice es más importante que lo que se habla, también porque tiene la ventaja de la ambigüedad permitiendo al espectador terminar de construir el relato”.
Carlos Sorin, como en sus películas precedentes, ha vuelto a contar con actores no profesionales para algunos papeles, algo que el protagonista del filme valoró positivamente: “Interactuar con este tipo de personas resulta enriquecedor pues te libera de la superficialidad que a veces atesoras como intérprete y te obliga a estar vivo”.
J.I.