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Una epidemia misteriosa que está acabando con la ciudad de Lima y un limpiador forense son las premisas de esta película peruana, ópera prima de Adrián Saba. Lejos de lo que pueda parecer a primera vista, el filme narra un relato cercano sobre la relación entre un adulto y un niño totalmente desconocidos entre sí.
Tras ver un documental sobre limpiadores forenses, Adrián Saba estuvo pensando sobre qué era lo peor que le podía pasar a uno de estos trabajadores durante la realización de su trabajo. En la imaginación del joven director, esa fatalidad sería encontrarse un “pedazo de vida”, un niño huérfano y sin familia del que, a la postre, el limpiador tendría que hacerse cargo. “Sin embargo, mientras estaba escribiendo la historia me di cuenta de que ese niño, en realidad, era lo mejor que le podía pasar al personaje”, explica Saba.
La película se centra en la curiosa relación que surge entre estos dos personajes solitarios y parcos en palabras. “Imagino que Eusebio (el protagonista) jamás en su vida ha tenido un huésped y el niño, por su parte, está muerto de miedo”, cuenta el autor. Pese a que ninguno de los dos protagonistas habla mucho, cuando lo hacen demuestran una gran humanidad y autenticidad. Por eso, conectan rápidamente con el espectador.
Durante gran parte del metraje, el niño protagonista muestra una enorme curiosidad por la muerte. Esa curiosidad también la tuvo Saba en su niñez y la sigue teniendo ahora. “Me inquieta cómo la idea de la muerte afecta tanto a la vida”, declara. Saba no cree en la vida después de la muerte y piensa que el instante en el que estamos vivos es el más importante de todos.
Un director muy joven
Adrián Saba ha firmado la película con tan sólo veintitrés años. “Quería realizar una ópera prima en la que me sintiera cómodo a nivel de producción”, reconoce el jovencísimo autor. “Y esta historia me daba muchas facilidades: pocos actores, casi nada de extras y un concepto visual basado en la cámara fija”. Así, solo fueron veintiún días de rodaje que en palabras del propio director transcurrieron muy tranquilos. “Soy una persona muy calmada y no me gusta levantar la voz”.
Respecto a la situación del cine peruano, Saba indica que cada vez son más los realizadores jóvenes que están haciendo películas. Para él, la razón principal es la llegada de la era digital que ofrece muchas más facilidades a los nuevos autores. “Posiblemente, si yo no formara parte de la generación digital no estaría en San Sebastián en estos momentos”, admite.
I.B.