"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Podría decirse que Lady Oscar (1979) es un cuerpo extraño en la filmografía de Jacques Demy, sin ninguna relación con el estilo de Lola (1961), sin probaturas genéricas y estéticas como las emprendidas en sus musicales y cuentos infantiles, aunque a niveles temáticos no resulta tan sorprendente ni desconcertante: al fin y al cabo es una historia en torno a la identidad sexual, el retrato de una mujer que se debe hacer pasar por
hombre debido a cuestiones sociales y económicas en la Francia pre-revolucionaria, y esto no desentona demasiado de trabajos previos del cineasta como No te puedes fiar ni de la cigüeña (1973), donde se relataba la fantasiosa historia de un hombre (ni más ni menos que el seductor Marcello Mastroianni) embarazado.
Lo que sí resulta más singular es el origen del proyecto, ya que Lady Oscar es una producción esencialmente japonesa, interpretada por actores en su mayoría británicos y rodada en inglés y a la americana, aunque cuente una historia francesa y buena parte de su filmación se realizara en el mismo palacio de Versalles, donde pocos directores habían conseguido introducir sus cámaras desde los tiempos en que Sacha Gitry dirigó Si Versalles pudiera hablar (1954).
Más singularidades en una película definitivamente singular: Lady Oscar adapta un cómic de Riyoko Ikeda, una de las más célebres mangakas japonesas y creadora de la modalidad del manga dirigido a las chicas.“Lady Oscar”, conocida también como “La rosa de Versalles” (el título original del manga es “Berusaiyu no bara”) se publicó en entregas semanales durante 1972 y generó una serie de animación para la televisión japonesa inmediatamente después al estreno del filme de Demy.
Su protagonista nace mujer pero sus padres deciden que reciba la educación de un hombre y se haga pasar por él porque ya tienen otras cinco hijas y las cuestiones económicas apremian. Bautizada como Oscar François, logra entrar al servicio de la reina
como oficial de la guardia. Demy se siente a gusto con el tema, con el personaje, con la recreación de la convulsa Francia inmediatamente anterior a la toma de la Bastilla –secuencia esta concebida casi en clave musical, una coreografía de liberación revolucionaria, algo muy de Demy–, y con las tensiones que producen en el protagonista el enmascaramiento de su verdadera identidad. Parece una metáfora de su propia condición como cineasta, cada vez más extraño en el paisaje del cine europeo de la época, pero con concomitancias dignas de mención: del mismo año es Tess, de Roman Polanski, otro
filme de época, otro retrato del sometimiento de la mujer y de la debacle de todo un sistema social y una forma de entender la vida.
QUIM CASAS