"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Los chicos de la banda identificados por colores, las conversaciones intensas sobre temas banales, la narración con caprichosos saltos de tiempo, las largas secuencias que no se centran en lo principal de la acción, la banda sonora trufada de canciones no obvias rescatadas de los años 70, la estética de la sangre sobre la camisa blanca, el tiroteo a tres o más bandas, la reinvención del gangster como personaje cool serenamente despiadado… Cuando la vimos en su momento nos encantó, nos arrebató o quizás pensamos que no había para tanto como se había dicho en Cannes de ese tal Quentin Tarantino que llamaba la atención ya con su primera película. No imaginábamos, desde luego, que Reservoir Dogs (1992) iba a ser tan influyente y decisiva en las dos siguientes décadas, que iba a re-modelar buena parte del cine negro moderno por la vía del sarcasmo y la amoralidad, dos armas del género desde sus tiempos clásicos, pero ahora recargadas en el laboratorio de reciclaje que es la cabeza de Tarantino.
Un atraco a una joyería es materia común para el cine negro. Pero si no muestras el atraco, y escoges momentos desordenados del antes y después, y ni siquiera son los elementos clave de preparación del robo o el tiroteo con la policía, no tienes las de ganar. A no ser que seas Quentin Tarantino, que da más importancia a una discusión sobre el “Like a Virgin” de Madonna que al habitual clímax de la acción, y sin embargo hace un retrato perfilado, tan divertido como descorazonador, tan luminoso en la dirección de fotografía como negro y despiadado en el corazón del relato. La traición y la delación, otro tema eterno, también están ahí, pero el director se empeña en poner en primera fila los detalles y en los márgenes las grandes cuestiones de la vida. La elegancia cool de los sicarios de Don Siegel o los personajes taciturnos de Jean-Pierre Melville, se funden con las rupturas formales y temporales de Jean-Luc Godard y el trasfondo radiofónico-musical de American Graffitti (George Lucas, 1973), la parquedad del cine de serie B y una socarronería tan refinada como punzante. Los integrantes de la banda no se conocen entre ellos, como el espectador no conoce más que aspectos sueltos de una situación que tiene que manejar con el mismo tiento y excitación que los propios personajes, arrastrado por la personalidad desbordante de cada uno de los actores: Steve Buscemi, Harvey Keitel, Tim Roth, Michael Madsen... Como algunos de los mejores autores, Tarantino ya escribió en esta primera obra el sumario de lo que iba a ser buena parte de su trayectoria posterior.
RICARDO ALDARONDO