"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El largometraje que presenta el realizador mexicano Bernardo Arellano tiene como
protagonista a Francisco, un hombre con autismo, ignorado y marginado por su familia. Sin embargo, en su presentación en Donostia, Arellano subraya que la noche y el día no es una película sobre el autismo. “En realidad , lo que quiero es mostrar cómo el hombre, a pesar de enfrentarse a las adversidades, tiene una nobleza en su corazón, la Naturaleza finalmente lo salvará y lo cuidará”.
Para ello, explica, buscó un personaje que tuviera algún problema que le complicase la comunicación y que solo por eso fuese juzgado por la sociedad. Así le sucede a Francisco, que es repudiado por una parte de su familia y llevado a vivir a otra casa, donde vuelve a sufrir el rechazo. “La cuestión que a mí me preocupaba es cómo muchas personas bondadosas suelen ser juzgadas y condenadas por los demás, y cómo incluso a veces despiertan hasta cólera, tanta que llegan a sufrir agresiones. Sin embargo, la bondad y la pureza que este personaje tiene realmente en su corazón le llevan al final a un lugar seguro”.
“Toda la película es de alguna manera una fábula, con el contenido moral que siempre tienen las fábulas”,aclara.“Me interesa también provocar una reacción moral en el espectador, y que piense si alguna vez ha cometido un acto injusto con alguien, como esa familia que supuestamente le tiene que apoyar pero resulta que son los mismos que le destruyen y no buscan una salida, por oposición al viejo ermitaño que en el final redondea la metáfora”. Es en la Naturaleza donde Francisco encuentra su refugio, la única que imparte justicia.
Para este primer largometraje, Bernardo Arellano buscó la conjunción entre actores profesionales y noveles. Además de profesionales como Gabino Rodríguez –amigo del realizador y con varias películas en cartel– , contó con un protagonista no profesional: “Necesitaba un actor como Francisco, un hombre al que yo conocía por casualidad y cuando le pregunté si quería ha una película, se emocionó muchísimo. El trabajo de dirección no fue fácil al principio, pero luego resultó muy enriquecedor, porque comprendió muy bien la idea de la historia, se soltó en el rodaje y no necesitó muchas instrucciones para hacer bien su papel”.
P.Y.