Las razones del corazón, del director mexicano Arturo Ripstein nos introduce durante 139 minutos en un edificio desportillado para mostrarnos la historia de “una frustración y de una insatisfacción por nada en concreto”. Se inspira en el personaje de Madame Bovary, pero no en el que el director percibió cuando leyó la obra de Gustave Flaubert por primera vez: “Entonces era un adolescente y me pareció boba, una mujer como para cachetearla, y no era esa la que yo quería llevar al cine”.
Con esta premisa escribió el guion Paz Alicia Garcíadiego: “La película despoja a Madame Bovary de todas las fantasías bobaliconas y la enfrenta a la ansiedad de una mujer común y corriente, sin romanticismo, solo a través de sus carencias y frustraciones. Más que una obsesión amorosa se trata de una locura por cualquier cosa que saque a la protagonista del ámbito de su departamento. Igual que el músico cubano, podría haber sido cualquier otra cosa”. El hecho de que todas las secuencias se desarrollen en el interior confirió a todo el rodaje un ambiente claustrofóbico: “Todos estábamos confinados en un espacio cerradito. El edificio nos abrazó y devoró durante tres semanas. De todas maneras, cuando pensé en encerrar toda la trama en el edificio, no solo era un recurso dramático, también una cuestión presupuestaria”.
Arturo Ripstein se reconoce como un amante del melodrama: “Lo que pasa es que tendemos a asociar ese término con culebrones, y en ellos sí que se hace un ensalzamiento de la familia.
La película está rodada en blanco y negro. Según Ripstein, “en la ficción uno coge fragmentos de la realidad y la acomoda, le da sentido y la estructura. Si esa geometría está determinada por el blanco y negro, la realidad de la ficción se ve mucho más fragosa y precisa. Hubiera hecho todas mis películas en blanco y negro, pero los productores normalmente no me dejan. En esta ocasión, sí. Con el blanco y negro aprendí a amar el cine, y me pareció hermosísimo. Picasso solía decir que el color debilita y, si él lo dijo, el color debilita”.
Rodaje como un concierto
La actriz Arcelia Ramírez, que durante prácticamente toda la película está en pantalla, aseguró que “paradójicamente, a pesar de tratarse de un personaje atormentado, el rodaje fue muy gozoso. Cuando le pregunté a Arturo cómo tenía que preparar mi personaje me dijo que sólo tenía que ‘ponerme contenta por interpretarlo’, nada más. Los textos de Paz son muy musicales, como una partitura; Arturo es como un director de orquesta, con una gran precisión. Cada día, antes de pasar al set a grabar entonábamos y juntábamos todos los elementos. Había adrenalina, y después surgía el concierto”.
Arturo Ripstein posee ya dos Conchas de Oro del Zinemaldia por Principio y fin, en 1993, y la otra por La perdición de los hombres, en 2000, así como el Premio Especial del Jurado por El lugar sin límites en 1978. Aseguró que estos son los únicos galardones que conserva personalmente “guardaditos” en su estudio y “ocasionalmente, con golpes de onanismo, los abro y los toco”.Reconoce que no le importaría ampliar la cosecha “el genio
de un director consiste en saberse rodear de la mejor gente posible y dejarles hacer lo mejor que saben. He contado con una guionista insuperable, el equipo técnico, de producción, los actores… todo ha sido formidable.Entre la idea que uno tiene de la película y el resultado suele haber un abismo, pero en este caso es muy pequeñito”.
A.D.