"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Este texto no está basado en una historia real”. Como tampoco lo está la película de los hermanos Coen, por mucho que el cartel previo a los créditos diga lo contrario. Sugestionado por esta advertencia, el espectador de Fargo está muy predispuesto a dar plena credibilidad a la historia que cuenta la película… hasta que la trama alcanza giros tan extravagantes que encienden una exclamación interior: “¡Esto no puede ser verdad!”.
Bien, pues según los propios Joel y Ethan, su película de 1996 está inspirada en distintos casos criminales, supuestamente reales, que conocían de oídas de su infancia y adolescencia en Minnesotta (“Siberia con restaurantes familiares” la han definido ellos mismos). Pero inspirarse no es basarse. Así que en Fargo,los Coen mienten a partir de la verdad. O sacan verdad (porque la ficción es a veces más reveladora que la realidad) de historias que son mentira. Sea como sea, los Coen ya juegan con las convenciones, las expectativas y la percepción desde antes de que empiece la película. Siempre jugando,
ellos.
Fargo es una película que juega con el adjetivo “negro”. Lo retuerce
como film noir y lo enrarece como comedia negra. Porque hay dos películas dentro de Fargo. Una es un thriller de personajes miserables y la otra una comedia de costumbres sobre el desconocido Midwest. En la primera, un vendedor de coches cretino, chanchullero, pusilánime y metepatas (William H Macy en su mejor papel, todavía) y una pareja de asesinos disfuncional, casi cómica (uno ultra-callado y ultra-violento y el otro ultra-parlanchín y ultra-neurótico) orquestan un plan maestro para forrarse, en el que todo lo que puede salir mal… sale peor. En la segunda, los Coen exageran hasta la caricatura los hábitos y conductas de la “Amable Minnesotta”, el Estado donde todo el mundo esconde su represión excediéndose en la cortesía y la sonrisa y el acento local es una partitura musical puntuada por “Jeez!” y “Yahs!”.
De la suma de estas dos películas negras sale una tercera de color blanco. Porque así se instala Fargo en la memoria: de blanco invernal. Nunca antes la nieve había sido tan significativa en una historia criminal (pero sí después: sirva la también magnífica Un plan sencillo de Sam Raimi como muestra). Redibujando la estética y la carga metafórica del claroscuro en el género, Fargo nos recuerda que cuando llega el deshielo de la primavera, aparecen los cadáveres. La nieve, superficie inmaculada que cubre el horror, lo tapa todo….hasta que llega una señora policía muy profesional, muy campechana y muy embarazada (la gran Frances McDormand) y lo destapa.
JOAN PONS