"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
LA directorea argentina Milagros Mumenthaler se estrena en la dirección con un largometraje sobre la convivencia de tres hermanas. "Siempre me preocuparon mucho las relaciones fraternales", explicó ayer en Donostia, "y especialmente cómo uno va creciendo en el núcleo familiar y también en paralelo a sus hermanos: eso e slo que determina los roles que cumple cada persona en la familia, copndicionados claramente por los papeles que van asumiendo los demás".
Con este punto de partida, la realizadora - que nadió en Argentina en 1977, pero que creció en Suiza– presenta una historia en la que Marina, Sofía y Violeta comienzan una nueva vida tras el fallecimiento de su abuela, con la que compartían la gran casa familiar. Ahí han de hacer frente a la pérdida de la persona que las crió, una presencia que llena su vida, la casa y la película entera.“ Su núcleo familiar se cae”, explica Milagros Mumenthaler “y ellas van transitando de la post- adolescencia al mundo adulto, al mismo tiempo que intentan encontrar su propio rol en la casa y en la familia”. Marina es la mayor, la que cuida de la casa y las cuentas, y continúa estudiando; Violeta es al pequeña y el presonaje que deja un poco más misterioso, porque se va y nadie sabe a dónde, "aunque tampodo es tan importante que se sepa", aseguró la directora. Sofía, la mediana de las tres, está interpretada por la actriz Martina Juncadella, que acompaña en San Sebastián a la realizadora. “Mi personaje, comenta, es el que más precisa de un cambio y necesita buscar su lugar en la familia, aunque sea recurriendo a trucos casi infantiles para hacer notar su presencia”.
La casa, una gran mansión espaciosa y luminosa en Buenos Aires, es como un cuarto personaje. “Toda la acción transcurre dentro de ella y busqué que fuera exactamente así, amplia e iluminada para evitar lo opresivo del espacio y para que permitiera la convivencia de las historias de cada una”. La narración está acompañada además por la presencia constante en la vivienda de los recuerdos, a través de los juguetes, la decoración, los muebles y hasta de las raíces del jardín de la casa. “Y efectivamente, añade, cuando la casa cambia, los muebles, la decoración, es cuando ellas empiezan también a cambiar y a acomodar el espacio a su nueva vida”.
Finalmente, la música ocupa también un lugar destacado en Abrir puertas y ventanas: “Elegí un repertorio de discos de los años 70 que evocaran el tiempo y el mundo de la abuela y la propia infancia de las hermanas, y es un elemento que sirve también para que ellas se reencuentren, porque tiene mucha más fuerza que las propias palabras”
P.Y.