"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Empezando por el final y sin “espoilear”nada,Un paso en falso (1992) tiene un plano de despedida maravilloso: un adulto malherido y tirado en el suelo charla con un niño al que, como quien dice, acaba de conocer.Con el terrible runrún de fondo anunciando la posibilidad de una muerte inminente, esta imagen tierna, dulce y poética cierra una película reseca, malhumorada y prosaica.
Un paso en falso también es una película atípica. Un thriller salido de los márgenes de la industria y dirigido por un cineasta afroamericano, Carl Franklin, que ni parece cine indie de su época ni tiene, al menos explícitamente, la misma temática social que abordaban otros directores afroamericanos de la misma generación como Spike Lee, John Singleton o
Mario Van Peebles.Un paso en falso, además, sitúa la mayor parte de su trama en Arkansas, lejos del entorno urbano que domina el cine criminal. Más atipicidad, pues.
Sin embargo, la película no aboga por la extrañeza, sino por la concisión y virulencia de cierto cine de serie B clásico.De esta manera, Franklin arma un thriller, con algún reflejo de melodrama, que condena a dos detectives de ciudad a entenderse con uno de pueblo y a un inopinado y peligroso trío de delincuentes a superar lo mucho que desconfían cada uno del otro.
JOAN PONS