"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Hay muchas formas de afrontar el rodaje de un documental,perdón, de una película. Hay quienes, como Martin Scorsese por ejemplo, rebuscan en la documentación antigua y más antigua, entrevistan a conocidos y conocidas del difunto, recopilan opiniones de todos los gustos, y luego ruedan un trabajo exhaustivo, completo, casi definitivo, incontestable. Hay otros directores, como Wim Wenders por ejemplo, que prefieren dejar su punto de vista meridianamente claro desde el principio. Que buscan penetrar en el personaje, que se visten con sus trajes para intentar comprender la motivación creativa que había detrás de todo hasta prácticamente suplantarles, que crean una obra maestra, un ejemplo de lectura personal del trabajo ajeno.
Hay otros directores, como Frederick Wiseman, que simplemente miran. Miran,y muestran.
En Crazy Horse, el veterano director abre la puerta del mítico cabaret parisino y luego la cierra detrás de él. Entra en la platea, se sienta en las mejores butacas delante del escenario para ver el espectáculo,escucha las atribuladas explicaciones del director que intenta justificar por qué no puede cumplir los plazos acordados sobre el nuevo espectáculo, por qué es importante entender que lo suyo es un trabajo de creación,que no está sujeto a normas estrictas; el director que exige que se entienda que no todo se puede pintar de rojo en un cronograma. Luego lleva la cámara a las bambalinas, donde las bailarinas ensayan y ensayan y ensayan otra vez, y entra en el camerino donde todo es íntimo y donde la cámara lo revela natural,cotidiano y un poco desmitificador; y apaga las luces para ver y no ser visto, y explora las contradicciones de toda creación.Y mira. Sobre
todo,mira.
Este documental, perdón, esta película, es un ejercicio de voyerismo puro y duro. El cuerpo humano, ese cuerpo casi perfecto de las bailarinas de cabaret en plenitud de juventud, aparece con redondez y sensualidad, ya que ese es precisamente el objetivo confeso del director: mostrar el cuerpo femenino en toda su dimensión, con toda la voluptuosidad del sentimiento erótico que intentan transmitir todos los montajes de Crazy Horse. El resultado es
estéticamente atractivo, a pesar de que las conversaciones y las discusiones tras el telón que
recorren el filme como fogonazos aportan una perspectiva que posiblemente, si se hubieran dosificado de forma más conveniente, habrían dotado a este trabajo de una profundidad todavía mayor.
A.B.