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Cuatro jóvenes de clase media baja planean resolver sus problemas económicos con el asalto a un multicine. Esta es la historia que relata Asalto al cine, el primer largometraje de la realizadora mexicana Iria Gómez Concheiro, que ella sitúa en su ciudad natal, pero que –asegura– podría sucederles a tres chicos y una chica de cualquier parte de América Latina .
Confiesa que cruzó dos ideas cuando escribió la película: la cuestión de la falta de espacios laborales y educativos de la gente joven que muchas veces, ociosa, recala en la delincuencia, y una noticia que leyó. “Soy también coleccionista de notas de periódico raras y encontré una sobre unos jóvenes que asaltaban un cine sin que fueran agarrados por la policía, y me dio el pretexto perfecto para hablar del tremendo abandono en que está la gente joven”.
Deliberadamente, sus personajes no pertenecen “ni al lumpen ni a la pobreza extrema”, porque, considera, este problema nos permea a todos y en todo el mundo, donde muchos ciudadanos tienen las necesidades básicas cubiertas, pero también “con el pie del gobierno en la cabeza para que no se levanten. Padecemos estados totalitarios cuyo único interés es enriquecerse a sí mismo y a unos cuantos, sin políticas sociales reales, y eso afecta a todos los estratos”.
La duración de la película –12 minutos y no 150, como se indica en la programación– se
debe al expreso deseo de la realizadora. “Esa es la forma que yo quería porque, aunque es una película de asaltos, no es una historia que se cuente rápido; me gusta que en la primera parte la cámara se detenga a observar a los jóvenes y nos permita verlos al ritmo calmado de nos chicos que fuman marihuana y que viven el tiempo en otra dimensión. Luego, el asalto acelera el ritmo narrativo y también el cierre final de cada historia”.
Por dificultades financieras, el largometraje ha tardado siete años en salir adelante, lo que
permitió la reescritura del guion, el trabajo con el equipo y los actores y la cohesión del grupo. “El único profesional es Gabino Rodríguez; todos son actores naturales, de la calle,
y con ellos hicimos un taller de seis meses en el que disfrutamos mucho”. Tambien el rodaje, recuerda, fue divertido: “En cuanto conseguimos el cine, hicimos el simulacro del asalto en tiempo real, ajustamos todo y luego lo rodamos”.
Iria Gómez es especialista en fotografía de cine y ha sido también la operadora de cámara de la película, que se estrenó este año en el Festival de Sundance y fue premiada en el de Guadalajara. Realizadora de cortos (Dime lo que sientes) y de documentales (La changa), prepara actualmente otro largo (Esperando a los barbaros) ambientado en Colombia y centrado en “la cultura del miedo que envuelve hoy al mundo”.
P. Y.