"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En 2007, el acusado, James Gray, se había erigido en sospechoso habitual del cine negro contemporáneo. La presente investigación tiene como objetivo establecer un patrón de conducta de Gray y definir su grado de implicación en el resurgir del noir.
Primera prueba: Cuestión de sangre (1994). La historia de Joshua, un criminal que regresa a casa para terminar arrastrando a su hermano pequeño hacia un mundo de violencia, define las líneas maestras del estilo de Gray. Se adentra en los bajos fondos neoyorquinos, en el seno de un hogar claustrofóbico de paredes empapeladas y tenue iluminación, y emparienta el noir con la tragedia familiar.
La mirada es el motor de la acción según Gray: Joshua camina por la calle, ve que lo han descubierto y da media vuelta; el otro individuo se para en una cabina telefónica para alertar de la presencia de Joshua, que llega a su lado y le dispara. La cámara da bandazos, captando con naturalidad callejera –propia de los nuevos cines de la modernidad como la Nouvelle Vague– el juego de miradas y movimientos de los personajes.
Prueba dos: La noche es nuestra (2007).Con tan solo una película más a sus espaldas (La otra cara del crimen, 1998),Gray dio el golpe definitivo con La noche es nuestra. En ella, el poso, la metafísica, se desprenden de una puesta en escena medida, de un estilo depurado. Se trata de un artilugio fílmico perfecto que versa sobre dos hermanos, hijos de policía. Uno de ellos ha seguido los pasos del padre y el otro trabaja en un local de noche vinculado a la mafia rusa. Gray narra el regreso a casa –en sentido figurado– del segundo, que poco a poco abandona la familia que le ha acogido en lo laboral para acercarse a su familia de sangre. Como en Cuestión de sangre, la película está marcada por el fatalismo, por una hoja de ruta de la que es imposible escapar.
“Es uno de los nuestros”,dice un policía sobre el hermano disidente. Como el Roger Thornhill de Con la muerte en los talones, destinado a regañadientes a convertirse en el inexistente Kaplan, el protagonista de La noche es nuestra es prisionero de un destino inexorable. Alfred Hitchcock rompió las normas del noir con una película de acciones diurnas; James Gray ha vuelto a la nocturnidad, a las sombras sobre fondo azul de Cuestión de sangre, al tono amarillento de un callejón en La noche es nuestra. Ha mostrado la otra cara de Nueva York, la de los muelles y las vías ferroviarias. Y ha planteado una puesta en escena en que la acción es también la acción de mirar.
Por todo esto, la sentencia está clara: James Gray es declarado culpable de dar al noir contemporáneo sus cartas de nobleza.
Gray es reincidente: al final de Two Lovers (2008), su supuesto melodrama,el personaje interpretado por Joaquin Phoenix se sienta junto a su novia en el salón familiar e intercambia una mirada con su madre. Tras un intenso amor no correspondido con una chica que no está a su alcance, el hijo regresa al hogar dispuesto a formar una familia con una mujer a la que él no ama pero que su familia adora. La escena, de una profunda desazón, está marcada por dos ideas básicas en el cine de Gray.Una, de concepto: la familia es lo primero, es imposible escapar de nuestros orígenes. Otra, de puesta en escena: el cine de Gray no necesita expresarse en palabras, sino que se basta con una mirada.
VIOLETA KOVACSICS