"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Para relacionar la observación de las estrellas, los hallazgos arqueológicos y la búsqueda de los desapareci dos de la represión de mi país estuve trabajando casi cinco años, en la mesa de mi casa”, relataba ayer el director chileno PatricioGuzmán.”Era difícil porque son líneas que no se cruzan. El astrónomo busca en el pasado remoto, el arqueologo en el pasado remoto más reciente y las mujeres que buscan a sus desaparecidos, también en el pasado reciente. Me costó conseguir que se cruzasen, porque eso no dependía de mí sino de los personajes que encontrase. Si no, no hubiera podido hacer la película. Fue una suerte hallar, por ejemplo, a un astrónomo que expresaraque su búsqueda y la de las mujeres es prácticamente la misma”.
Nostalgia de la luz, el documental que Patricio Guzmán (Santiago de Chile, 1941) trae a la sección Horizontes Latinos de este Zinemaldia, está situado en el desierto de Atacama, en el norte de Chile, y allí –a tres mil metros de altura– coinciden un observatorio astronómico y el antiguo campamento minero de Chacabuco donde Pinochet mantuvo el campo de concentración más grande de la dictadura, en cuyas inmediaciones un grupo de mujeres busca a sus familiares desaparecidos.
Tras su extensa filmografía, el duodécimo documental del realizador chileno es diferente a los anteriores: “Es distinto porque su argumento descansa en la metáfora de principio a fin, y el territorio de esa metáfora es el desierto de Atacama”.
Entre los muchos aspectos del film, Guzmán destaca uno en especial: “Fue apasionante el diálogo con los arqueólogos que buscan momias precolombinas en Atacama, donde hay cientos en perfecto estado de conservación porque el grado de humedad es cero y nada se pudre. Ellos enseñaron a las mujeres cómo buscar en el desierto, a encontrar las huellas de los camiones y a interpretar que es la huella principal, no la superficial, la que queda para siempre. Ellos dicen que el desierto es la puerta hacia el pasado”.
El documental, que “sólo hace preguntas y no responde nada”, mantiene la estructura clásica del género en el que Guzmán ha hecho escuela: “Soy bastante clásico y casi siempre me gusta seguir el plan dramático clásico, de introducción, culminación y desenlace. Pero, sea cual sea el método, creo que lo más importante es llegar al espectador, no olvidarse de que estás haciendo algo para que otros lo vean”
El valor del documental
Tras completar el guión, el reali zador invirtió dos años más en realizar el documental que ahora presenta, y que fue también proyectado en sesión especial en el pasado festival de Cannes. “Yo soy muy lento trabajando. La batalla de Chile me llevó diez años, El caso Pinochet otros 3, Salvador Allende duró cuatro años. Soy lento y me gusta la lentitud, porque pienso que es el ritmo natural de las personas. El tiempo que nos han inventado es falso: el del video clip, el la publicidad es un tiempo artificial, y no es necesario asumir esa velocidad, porque comemos, caminamos, viajamos más rápido de lo que corresponde a nuestro cuerpo. El cine y el arte han caído en esa aceleración que no tiene ningún sentido; el documental nos recupera el tiempo de la vida”.
Guzmán saluda la inclusión en el programa del Zinemaldia de la sección de documentales .doc: “Me parece fundamental porque el documental es parte de la cultura contemporánea, es una práctica del conocimiento, y cada año se estrenan cinco o seis cintas que nos enseñan una realidad que no conocemos. El que San Sebastián abra sus puertas al documental no hace más que abrirle puertas al futuro,
sin ninguna duda”.
Pili YOLDI