"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Sebastián Cordero es actualmente uno de los directores más prometedores del panorama cinematográfico latinoamericano. De carrera consolidada en su país, Ecuador, y con tres largometrajes galardonados internacionalmente, preside este año el Jurado que valora las películas latinoamericanas de la sección Horizontes Latinos del Zinemaldia.
“Mi situación es un poco especial, porque he tenido muchas influencias culturales al haber nacido en Ecuador, crecido en Francia y residido en los Estados Unidos. Llevo mucho de Quito, de París y de Los Ángeles, tres ciudades muy distintas en su actitud hacia el cine, el arte y la cultura, y eso me ha ayudado a ver las cosas con distintas perspectivas”. Sin embargo, Ecuador ha sido siempre el centro de su cine: “Mi primera película fue Ratas,
ratones y rateros (1999), hecha íntegramente en Ecuador, y que cambió bastante la situación del cine en mi país, y la presencia del cine ecuatoriano hacia afuera”. La razón estuvo, para Cordero, en la gran crisis que vivía el país : “Por la dolarización de la economía y la crisis, era un momento de gran bajón y la gente buscaba símbolos. Aunque la película es dura y no pinta un retrato bonito de la sociedad ecuatoriana, la gente se identificó con ella y la vio más allá, como un símbolo de que también se pueden
hacer cosas en el Ecuador y es posible lograr metas, aunque sean difíciles y ambiciosas”.
La cinta estuvo seis meses en las carteleras y supuso un hito social y cultural: “Para mí fue muy inesperado, pero tal vez porque rompíamos un poco con el estilo clásico del cine ecuatoriano, el de las adptaciones literarias y todo eso, y Ratas... era un poco mas joven y más entretenida,más enganchadora, y tal vez por eso conectó con la gente. Nunca pensé que el panorama iba a cambiar así: antes se hacía una película cada tres o cuatro años y ahora se hacen ya seis o siete largos al año".
Sebastián Cordero añade que “de ser un país sin ninguna ayuda estatal a la cinematografía, Ecuador cuenta ahora con el Consejo Nacional del Cine, y ya existen algunas ayudas oficiales que, aunque sean pequeñas, suponen un gran impulso”. Destaca además la existencia de talentos como Iván Mora y Javier Andrade, representantes de “una nueva camada de realizadores, algunos que empezaron justamente en el equipo de Ratas… y que están ahora produciendo y dirigiendo sus primeros largos. A pesar de que ahora la cinematografía ecuatoriana pasa desapercibida, yo creo que en los próximos años se va a oír hablar de ella, porque están gestándose
proyectos interesantes que prometen”.
Después de Ratas... vino Crónicas (2004), coproducida con México, protagonizada por Leonor Watling y John Leguizamo y galardonada en Cannes y Donostia, y el pasado año dirigió en España Rabia, premiada en Tokio, Guadalajara y Málaga y programada
este año en el Zinemaldia en Made in Spain.
La coproducción es el camino
“Yo quiero seguir haciendo cine en mi país, asegura, pero como producir exclusivamente con fondos ecuatorianos es muy difícil, hay que buscarse alternativas, y la coproducción es el camino que yo he ido encontrando”. Para el director ecuatoriano, el caso de su país no es muy distinto al del resto de Latinoamérica, donde opina que, “por las dificultades que hay no sólo para hacer cine sino sobre todo para la vida cotidiana, están surgiendo
películas muy interesantes, con propuestas muy variadas y muy originales, en lenguajes
y en estilos”.
Con esa actitud aborda su papel de jurado de los once films a concurso en Horizontes, sobre los que a priori siente gran interés y, sobre todo, “mucha curiosidad”.
Pili YOLDI