"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Tras la guerra civil, entre 1937 y 1944 hubo muchas mujeres que fueron encerradas en la cárcel de Mutriku. Les quitaron su libertad, les arrebataron sus hijos e hijas para entregárselos a familias falangistas con el pretexto de que recibirían una educación acorde a sus intereses. Mikel Rueda nos invita a conocer esta historia mediante su primera película, Izarren argia, protagonizada por actrices vascas.Aun día del estreno,
Rueda y la protagonista del film, la donostiarra Barbara Goenaga, hablan de injusticia, valentía y dolor, al tiempo que remarcan la necesidad de que se recupere la memoria histórica.
Rueda afirma que les costó bastante encontrar documentación sobre lo que sucedió en Saturraran: “Algunos libros hablaban un poco de lo sucedido, pero lo que más nos ayudó fue poder hablar con documentos vivientes, ex-presas que habían estado allí y que nos empaparon de verdad”.
Goenaga añade que “ellas llevan viviendo mucho tiempo con esto y fue curiosa la normalidad con la que describen el sufrimiento, casi como si hablaran en tercera persona. Que te cuente una mujer que de verdad ha vivido eso me impactó muchísimo”. Rueda explica que la presas “vivieron luego un franquismo que les obligó a acallar todo eso y lo contaban así para no revivirlo”. Ante esto, la donostiarra reconoce que acabó “hecha polvo” tras el rodaje de algunas de las escenas: “Se me ponía la piel de gallina, fue una experiencia muy dura”.
Abanico de personajes
Rueda comenta que lo más complicado fue mantener el equilibrio entre “los buenos”y “los malos”: “Quería que los personajes se juzgasen por sus hechos y creé un amplio abanico de todos los tipos de presas y monjas que había en la cárcel, porque había monjas que estaban de acuerdo con lo que ocurría y otras que llegaron a dejar los hábitos. Creo que la Iglesia actuó mal, que es muy heavy lo que ocurrió allí, pero he querido que sea el espectador quien lo juzgue”. Explica que evitó “caer en edulcorantes, porque la historia es muy dura y acabó mal; se sufrió mucho y quise mostrarlo con tacto, pero tal y como fue”. Destacó que “la historia está escrita desde el punto de vista masculino” y aseguró que “me parecía que había que hacerles un homenaje a aquellas mujeres”.
Amalur ARTOLA